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La emoción volvió y a lo grande. La penúltima de a pie de esta Feria de San Isidro fue la tarde de las reconciliaciones. Me explico. Para empezar, la noticia, el titular de la tarde fue que Victorino se reconcilió con Madrid. Tras el fracaso estrepitoso de la encerrona del pasado año con Talavante como único espada, con una corrida impresentable y descastada, Victorino volvió a ser el de siempre. O, mejor dicho, el de los primeros años. Como decía posteriormente el mismo ganadero, se lidió una corrida como las que dieron fama y éxito a esta ganadería en sus inicios. Corrida dura, exigente, peligrosa, variada... en definitiva, interesantísima para el aficionado. Un encierro presidido por la casta o, en su defecto, el genio, en distintos grados. Y, ya se sabe, cuando hay casta, aparece la emoción. Fueron dos horas que parecieron un suspiro. Dos horas de verdad, importancia y emotividad en el ruedo. Desde el comienzo la gente se puso a favor de los cárdenos de Victorino, e injustamente, muchos en contra de los toreros. Y es lo que no puede ser. Al toro se le puede defender y honrar sin machacar a los hombres que se ponen delante. Y es que, en particular, dos de los matadores anduvieron lo más dignamente posible. Era muy difícil estar ante esa corrida tan dura y con el añadido de tener a un público en contra en todo momento. Muchos no se dieron cuenta que la de Victorino no fue una corrida para ponerse bonito, ni para pegar pases y más pases. Fue un encierro para pelearte, intentar someterlo, salvar la cara... y la vida. Y es que se puede justificar la corrida del hierro de la A coronada, disfrutar con él, pero al mismo tiempo poner en valor la actitud y valor de los tres hombres que se enfrentaron a ella. No fue la tarde de Uceda, torero que ya no está para toros de esta guisa, y que anduvo desconfiado, perdiendo pasos y sin enterarse ante el lote más suavón. Por el contrario, tanto Ferrera como Aguilar se justificaron aunque por momentos anduvieran por debajo de sus oponentes. Decía que fue la tarde de las reconciliaciones; y es que, además de la reconciliación entre Madrid y Victorino (la plaza se puso a favor de la corrida desde el minuto uno aplaudiendo de salida y en el arrastre a la mayoría de los astados), hubo otras reconciliaciones. Por ejemplo, la reconciliación entre nosotros (los aficionados) con la fiesta en general. La dureza de la "victorinada" nos devolvió la ilusión a los que esperamos el toro que no pone las cosas fáciles. Victorino salvó la cara del torismo tras los fracasos (más o menos notables) de las corridas de Escolar, Cuadri y Adolfo. Los que nos sentíamos huérfanos de emoción, de casta, de dureza, nos volvimos a sentir llenos de esperanza pese a que la de Victorino no fuera ni una gran corrida, ni una corrida completa, ni una corrida brava. Nos fuimos contentos, muy contentos, pero todo en su justa medida. Faltó en el sexteto algún toro más de esos también típicos en esta casa y en este encaste que, además de casta, se mueven humillando y haciendo surcos en el suelo con fondo de gran calidad. Pero hubo una reconciliación todavía más especial: Victorino con Victorino. Tras varias temporadas con algunos buenos encierros salteados, pero en el que había sembrado muchas dudas en cuanto al futuro de la ganadería, la divisa azul y encarnada volvió por sus fueros y precisamente en Las Ventas, la plaza que le dio todo y la convirtió en la ganadería más cotizada y respetada por los aficionados. Echábamos de menos una "victorinada" de las de antes, de esas que no aburrían a nadie y devolvían todo su sitio y honor al toro bravo. En los últimos tiempos habíamos visto demasiadas corridas de Victorino más nobles y buenas para el torero, que emocionantes y fieras para el aficionado. Parecía que la ganadería se estaba "endulzando" y cada vez eran más habituales esos toros medios, con poca casta y transmisión, que no eran ni de los buenos de Victorino, ni de las típicas y clásicas alimañas. Teníamos dudas sobre si Victorino hijo estaba llevando la ganadería hacía un tipo de toro diferente al que siempre crió y defendió su padre. Pero hoy, con esta corrida vuelve la "fiebre Victorino". Para empezar el sexteto enviado desde Las Tiesas de Santa María fue un ejemplo de presentación. Esta vez sí. Con sus desigualdades, pero en general, de bonita estampa, muy en tipo y sin exageraciones. La mayoría eran animales bajos, cortos de manos, con el remate propio del encaste, y de capa cárdena en su totalidad. Por delante hubo de todo, con algunos ejemplares más armados, y otros más discretos de pitones, pero igualmente serios. El bajito primero era toda una lámina y fue recibido (como la mayoría de sus hermanos) con aplausos cuando apareció por el umbral de toriles. El segundo, en cambio, era más alto, ensillado, de imponente estampa a pesar de no ser exagerado por delante. El quinto, otro tío, muy serio. Algo más feo, aunque más cuajado y pesado, el que cerró plaza. Y en comportamiento, lo apuntado anteriormente: casta, dureza y exigencia, en general, con un gran toro. Fue el tercero, "Vengativo", uno de los animales más importantes del abono. Fue el que más cumplió en varas y después llegó al último tercio siendo todo un torrente de embestidas. Encastadísimo, se movió con sobresaliente transmisión. Astado exigente como pocos, en muchas ocasiones se quedaba debajo, reponía, no terminaba de irse. Fue muy difícil templarlo y aguantar ese poder con quietud y valor. Aguilar lo intentó y le robó algún buen muletazo. La sensación que quedó es que el toro ganó la partida, pero claro... haber quien era el guapo de estar a la altura del "Vengativo" Victorino. El precioso primero fue otro toro con posibilidades por el pitón derecho, aunque no terminó de romper y solía salir con la cara a media altura. El segundo, toro duro, con poder, que en ningún momento se entregó y acabó tan entero (o más) que al principio. Ejemplar interesante que no quería nada por arriba y que embestía mejor cuando el torero alargaba el brazo por abajo y sin que tocara la muleta. Y el quinto... ¡que decir del quinto! Una alimaña de las de antes, complicadísimo y que no pasaba, buscaba. Que forma de tapar la salida a la hora de la suerte suprema. Para muestra de su fiereza la forma en la que cogió, e hirió certeramente, al tercero cuando lo intentaba apuntillar. Que forma de estirar el cuello. Impresionante. El sexto fue un mansito también muy complicado con el que Aguilar no se dio coba; mientras que el cuarto fue el más soso y deslucido. Por último, apuntar el comportamiento de la corrida en varas. Encierro mentirosillo que, como muchó, cumplió sin más. Acudían con prontitud y alegría a la llamada de los del castoreño, pero después no terminaban de empujar con los riñones, levantaban la cara y salían sueltos. Sólo alguno apreto algo más.
'Vengativo' el toro de la tarde En definitiva, tarde de reconciliaciones en la que nadie se aburrió y en la que el toro duro recuperó todo su esplendor. Y ahora... debate y discusión. 1o: No 56, "Madrileño", cárdeno claro, 523 kilos, nacido en 01/10: - Bien presentado. Muy en tipo, asaltillado, preciosa estampa. Un cárdeno claro, muy guapo por delante. Serio, pitones tocados hacia arriba. Muy bajo y cortito de manos. Más hecho por delante. Expresión de nobleza. - Poca pelea en varas. En el primero cumple algo más, pero en el segundo sale muy suelto en cuanto llega. Poco castigo. No se le termina de ver en el caballo. - Arrea por momentos en banderillas, aunque también pierde las manos en alguna ocasión. - Toro con movilidad, pero que no rompe. Más claro por el pitón derecho. Por el izquierdo repone mucho más, se queda más corto. Transmite poco y remata los muletazos a media altura. (APLAUSOS EN EL ARRASTRE) 2o: No 57, "Escritor", cárdeno, 582 kilos, nacido en 01/10: - Correcto de presentación. Mucho más alto que el anterior. No está excesivamente armado, pero es serio y ofensivo y de preciosa estampa. Ensillado, hecho cuesta arriba. Tocadito también de pitones hacia arriba. - Embiste con las manos y pegando un salto espectacular en los lances de recibo. - No es bravo. Se arranca a una distancia prudencial y con prontitud en las dos primeras varas, pero echa la cara arriba y se va pronto. Lo ponen una tercera vez, tardea y luego tampoco empuja. - Pronto en banderillas, va con poder. - Toro duro con indudable fondo de casta. Interesante. Era toro para romperlo por abajo, no para ponerse bonito. Lo hacía mejor cuando Ferrera le alargba el muletazo, por abajo, sin que tocara la muleta. Por arriba no quiere nada. En ocasiones se frena y busca. Mucha fijeza y prontitud. (APLAUSOS EN EL ARRASTRE) 3o: No 27, "Vengativo", cárdeno, 526 kilos, nacido en 02/10: - Bien presentado. Más bajo que el anterior. Muy rematado y bien hecho. Más descarado y abierto de cara. - Sale de chiqueros embistiendo con las manos y pegando un salto en algún lance. - Este sí cumple en el caballo. Se arranca y luego empuja algo más, aunque a veces corneando el peto y el estribo. - Gran toro por su casta, fiereza y emoción. Llega a la muleta siendo todo un torrente de embestidas. Muy exigente y difícil (era casi imposible estar a su altura) porque muchas veces no se iba y se quedaba debajo, pero humillador y de grandes posibilidades y mucha importancia. (OVACIÓN EN EL ARRASTRE) 4o: No 16, "Jaqueco", cárdeno oscuro, 558 kilos, nacido en 01/10: - Bien presentado. También serio y abierto de cara. Tirando a playero muy levemente. Fino de cabos, sin exageraciones en cuanto a hechuras, remate y peso justo. - No rompe de salida, sin terminar de deslizarse hacia adelante. - Poca historia en el caballo, no es bravo. Acude también pronto y se estrella con fuerza, pero luego carita arriba y saliendo suelto. - Más complicado en banderillas, corta. - El más deslucido de todos. Poca transmisión y casta. Se mueve sin clase y con muy poco recorrido. (PALMAS EN EL ARRASTRE) 5o: No 94, "Majito", cárdeno, 538 kilos, nacido en 03/10: - Muy bien presentado. Un tío, muy serio y astifino. Muy en tipo de Victorino, con remate, buenas hechuras. Hocico rata. - Tampoco es bravo en varas, es mentirosillo. Acude con cierta emoción, pero luego no empuja abajo con fijeza ni se queda peleando en el peto. - Alimaña de Victorino, una auténtica fiera por su dureza. No regalaba una embestida. No se entrega nunca y acaba tan entero como empezó. No tiene recorrido y busca al torero. Impresionante como tapa la salida en la suerte suprema. Con un bajonazo y sin abrir la boca, sin querer doblar. Lo van a apuntillar y se levanta en un arreón para coger certeramente al tercero (lo hiere). (DIVISIÓN EN EL ARRASTRE) 6o: No 46, "Cominero", cárdeno, 593 kilos, nacido en 03/10: - Correcto de presentación. Con más cuajo, más cuerpo, pero con menos cara. Bajo. - Como la mayoría de sus hermanos en el primer tercio. Acude con transmisión para luego protestar, echar la cara arriba y salir suelto. Al final incluso mansea. - Otro complicado que se queda muy corto sin entregarse ni romper. Ante las dificultades y el peligro sordo, Aguilar decide abreviar. (PITOS EN EL ARRASTRE)
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