La Ficha del Festejo.

Los toros de D. Adolfo Martín casi agotaron el papel, apenas unos claros en los tendidos muy altos de la solanera, pero fue una decepción para los aficionados toristas ya que esperaban más.

Miguel Ángel Perera corta dos orejas en el último de la tarde y nuevamente en hombros de los capitalistas por la Puerta Grande de Madrid y con ésta van dos en el ciclo isidril del año de gracia del 2014. Creo que con esta demostración ya nadie puede dudar que desde el día de hoy se convierte en una de las grandes figuras del momento y en el claro triunfador de la Feria, ya que es misión imposible de que de aquí al final de la feria, alguien pueda alcanzar el récord de cortar nada menos y nada más que cinco apéndices.

Los ejemplares de D. Adolfo Martín, los primeros cuatro pitados en el arrastre y los dos últimos ovacionados camino del patio de arrastre. La corrida bien de presencia, de finos cabos y hocicos, con las encornaduras de su encaste Albaserrada, pero de juego muy desigual, así como con un peso en escalera con una media de 536 kilos, alguno que otro escaso de fuerzas y pocos cumplieron ante las cabalgaduras; para mi modesto criterio, me defraudaron y creo también al gran público amante de las corridas duras, que ésta nada tuvo de “dura”, que había que hacerles las cosas bien no cabe duda, pero tampoco se comían a nadie.

Bien presentados los 'adolfos' pero no alcanzaron a romper la tónica de la feria

En el cartel dos toreros con experiencia con este encaste: Antonio Ferrera y Diego Urdiles, el tercero Miguel Ángel Perera se apuntó para torearlos y nos dio la sorpresa, demostrando que no solo es un torero para los hierros cómodos, sino que también es torero para cualquier tipo de toro y no sólo para esos engendros del modernísimo mono-encaste.

Al recibir Antonio Ferrera con el percal al primero de la tarde, digamos que casi se lo come, pero con su experiencia y técnica logró solventar la papeleta, como también lo hizo con la muleta domeñando al Adolfo, le fue ganando terreno con la mano zocata primeramente, al verse podido el toro se vino a menos y ya la faena por el pitón derecho fue perdiendo intensidad. Consciente de ello, pronto pidió el arma de verdad y en el primer intento apuntó bien pero pinchó, luego consiguió una estocada entera en buen sitio, mandando al Adolfo al otro mundo. Con menudo par de velas contaba el segundo de su lote, ni por esas se arrugó el ibicenco-extremeño; cubriendo un excelente segundo tercio, siendo fuertemente ovacionado por su quehacer con los garapullos. Tomada la pañosa se fue la boca de riego para brindar al público, en ese terreno una tanda corta por el pitón derecho pero eso si de buen tono, rematando muy toreramente, pero su labor fue perdiendo intensidad por el pitón izquierdo, estando más bien sosito. Lo pasaportó de dos pinchazos sin soltar y de una estocada bajita. Silencio en su lote.
 

Ferrrera buscó el lucimiento con banderillas y luego con la muleta

El riojano Diego Urdiales sorteó un lote quizás el menos propicio para el lucimiento. Su primero adoleció de escasas fuerzas; nada destacable con el percal, como también sucedió con la muleta, no lo vimos muy seguro ya que en varias ocasiones dudó en la cara del burel, así que optó por tocarle los costados para cuadrarlo y matarlo con tres cuartos de espada un pelín delantera que fue más que suficiente. Uno de los mejores ejemplares del encierro como fue el quinto cayó en sus manos, pero con el defecto de embestir siempre con la cara a media altura, toreando el de Arnedo al hilo del pitón con la diestra, eso sí con la otra mano, naturales sueltos, pero de manos bajas, no entiendo porque no le sacó más partido al quinto al que bien pudo cortarle un apéndice, pero le faltó decisión y apretar el acelerador. Con las espadas: un pinchazo hondo y dos golpes con el de cruceta, toro para las mulillas. Otros dos silencios para el riojano.

Urdiales trazó el toreo al natural, con verdad y pureza

El tercer toro de la tarde que era uno de los de menos peso, que siempre fue a su bolo y cuando tomo el capote de Miguel Ángel Perera se volvió en un palmo de terreno, igual los hizo el último tercio incluso levantando siempre la cabeza tras cada muletazo, pero Miguel Ángel pudo con él ganándose los aplausos y el respeto del respetable, ya que en algunos momentos logró templar. Solución, matarlo sin más dilación. Lo preparó para la suerte suprema cuadrándolo y matándolo de una estocada en los rubios. Tras el arrastre del animal saludó desde el tercio. Un excelente pitón derecho tenía el sexto de la tarde y que le dio el triunfo al matador que tras brindar a los paganos, les deleitó con una serie de muletazos diestros ligados y de dibujo, otra tanda con mucho mando, bajando la mano, cambió de mano para torear al natural de manera ortodoxa, tras una trincherilla de esas de cartel con una salida torerísima, estalló la ovación más sonora de la tarde; su excelsa labor había terminado. Culminándola con un estocada de antología en el mismísimo hoyo de las agujas del que salió “Revoltoso” muerto sin puntilla. La plaza entera se pobló de blancos pañuelos pidiendo los trofeos, que el presidente otorgó, la del público y la suya. Perera dio una de las más sentidas vueltas al ruedo de lo que va de este largo ciclo. Los capitalistas ya en el ruedo subieron sobre sus hombros al héroe de la tarde para sacarlo por la Puerta de la Gloria.

Perera aprovechó las condiciones del sexto con ambas manos

Tampoco estuvieron mancas las cuadrillas. Tres banderilleros en el redondel. Víctor García “El Víctor” de la cuadrilla de Urdiales aplaudido con los palos; Joselito Gutiérrez y Guillermo Barbero a las órdenes de Perera también escucharon fuertes palmas. Camino del patio de cuadrillas y cuando recorría el callejón sonaron largos aplausos para el varilarguero Francisco Doblado por picar al toro sexto y por tanto pertenecía la cuadrilla del triunfador de la tarde.