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Nadie puede discutir sobre el gran espectáculo que significa el rejoneo pues, si lo toros embisten, los aficionados pueden disfrutar de ese gran espectáculo que tiene entre sus telones, el gran dominio de los “caballos toreros” por parte de los caballeros en plaza; la aplicación de cada uno de los tres tercios de la lidia, utilizando para ello, toda la sabiduría del toreo a caballo; y, luego del rejón de muerte -y en algunas ocasiones con muleta y verduguillo en mano, mientras ellos están a pie- tienen que pasaportar a sus enemigos y, en muchas veces, pasar los momentos de drama, que tienen que pasar también, en algunas ocasiones, los toreros de a pie.
 Sergio Galán con las orejas de su segundo en la mano, le abrían la puerta grande Sin embargo, mientras miraba expectante la televisión, en mi hogar en la capital ecuatoriana; y, mientras vibraba con la gran capacidad de los caballistas, cuando terminaba la lidia del primer astado de Sergio Galán y daba la vuelta al ruedo con su primera oreja, uno de los aficionados, como es costumbre, le lanzó un gallo colorado, que no pudo receptarlo ni el rejoneador de turno ni los subalternos y, allí comenzó el “show del gallo” pues, se demoraron varios minutos para poder alcanzarlo y que pueda continuar la corrida de rejones. En medio de un ambiente interesante por lo que se veía en el ruedo hasta ese momento, el gallito hacía maravillas en la arena pues, ni los subalternos ni los areneros podían capturar a esta ave tan particular, causando la hilaridad de todos los presentes, hasta que, por una de las puertas que da al ruedo, se logró hacerlo ingresar y, luego el espectáculo continuaba en el callejón, ya que. el gallito se pasaba por entre las piernas, no solo de quienes estaban ahí, sino incluso a varios policías. Al fin, el gallo fue capturado y todo volvió a la normalidad. En su segundo toro, Sergio Galán cortó las dos orejas, luego de un gran rejón de muerte y, al finalizar la corrida, salió en hombros de los aficionados.
Pese a que hubo problemas con algunos de los astados de la ganadería de Fermín Bohórquez, el caballero Pablo Hermoso de Mendoza cortó una oreja en su primero, aunque no pudo hacerlo en su segundo, cuando está cumpliendo un cuarto de siglo de alternativa. En cambio, Manuel Manzanares que confirmó su alternativa en esta corrida, poco pudo hacer ante los mansos que le correspondieron en suerte. Lo que sí me llevó a tener una sana envidia, fue mirar como niños de todas las edades, disfrutaban de lo que acontecía en el festejo taurino, acompañados de padres y abuelos, mientras en Ecuador, mi querido país, nosotros no podemos hacerlo, por mandato de las leyes de la niñez y adolescencia. ¡Qué pena, verdad?
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