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(Gache: Festejo que se da en un pueblo, sin trascendencia, ni responsabilidad.)
Toros que no sujeta la cuadrilla, matadores que no los paran, entradas al caballo mientras este se dirige al sitio de picar, entradas al relance, picadores que encierran al toro entre las tablas y sus caballos y no son capaces ni de dar salida al toro, ni tan siquiera de mover el caballo, banderilleros que toman el olivo sin que los toros les persigan, enganchones múltiples y remates de capote por arriba. Un desastre de lidia sin paliativos.
¿Y los toros? Se supone que para semejante desastre serían poco menos que Barrabás. Pues no señor. Dejando aparte la presentación que en el caso del 3º y 5º era de plaza de pueblo (para un gache), con unos platanitos en lugar de sus respectivos pitones acordes con el volumen, el trapío de toros regordíos y acochinados y el peso de charolés, los toros no se comían a nadie o, al menos, no parecía esa su intención.
 Ni palmaditas de ánimo en la espalda ni nada, estuvieron muy mal las figuras Para marcar el aire de la corrida después de un desbarajuste en la lidia del primer toro, Castella se sentó en el estribo y propinó al manso media docena de muletazos sin levantarse ni moverse, en el momento más emotivo de la tarde, donde dejó claro que el animal no era nadie en manos de un torero. Manzanares dio un sainete imperdonable en un gache de pueblo de mala muerte, lleno de dudas y vacilaciones y cuando se decidía perpetró unas series despegadísimas a las que los animales acudían con docilidad.
Talavante tiene el santo de cara en Madrid, sus mínimos movimientos eran jaleados con entusiasmo y desde los tendidos surgían gritos de ánimo con su nombre de pila: “Bien Alejandro” o de censura “Tu también tienes la culpa, Alejandro” denotando una familiaridad, a buen seguro inexistente. Pues “Alejandro” dio una muestra de que no es nadie sin su inspiración y así hizo una faena insulsa en medio del ruedo, llena de series, llenos de pases por la derecha y por la izquierda, a pies juntos o a compás abierto, a suerte descargada siempre en el segundo pase y despegándose el toro en el primer pase cuando cargaba la suerte. Faena sin peso de Talavante en una tarde para olvidar donde, y no es la primera vez, Las Ventas es un gache cuando vienen las figuras.
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