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Pese a que había el partido de definición en Lisboa, entre los dos equipos de Madrid: el Real y el Atlético, hubo un importante número de asistentes a la corrida de rejones, demostrando que muchos aficionados a la fiesta brava, además del toro bravo, disfrutamos -yo me incluyo- con lo que se puede observar, relacionado al manejo de las cabalgaduras mientras se cumplen los tres tercios del arte del rejoneo.
Andy Cartagena, Diego Ventura y Luis Valdenebro, cada uno de acuerdo con su experiencia y capacidad, estuvieron muy por encima del ganado de Luis Terrón, que envío seis descastados astados al coso venteño y, uno de ellos, el quinto de la tarde, totalmente peligroso. Sin embargo, el público disfrutó de las maravillas que podían hacer estos tres caballeros en plaza, con los caballos de sus cuadras, para poder cumplir con su cometido, como profesionales del toreo a caballo que son. Andy Cartagena recibió una justa oreja. Diego Ventura cortó una oreja al primero y, por decisión de Usía, no pudo cortar la segunda en el quinto de la tarde, pese a la multitudinaria petición del respetable y, Luis Valdenebro, hizo lo que pudo, aunque todavía le falta mucho pero, así ocurre siempre con los que comienzan. Andy Cartagena confirma a Luis Valdenebro Pero, en el primer astado de la tarde, donde Luis Valdenebro confirmó la alternativa, ocurrió algo que yo nunca antes había visto pues, luego de terminada su faena, tomó en sus manos un rejón de muerte, ingresó al terreno del toro para introducirla en su cuerpo pero, por cosas que nadie sabe por qué ocurren, tocó con una banderilla y cayó al suelo. A renglón seguido, tomó un segundo rejón de muerte y, realizó la repetición de los pasos para pasaportar al animal pero, en esta ocasión, ante la poca acometividad del astado, descordó al animal, por lo que cayó el astado paralizado para luego ser apuntillado. Recuerden que, descordar es: “herir al toro en la médula espinal sin matarlo pero, causándole parálisis que lo deja inútil para la lidia”.
En otras palabras, acciones diferentes a lo que se puede observar en una plaza de toros en eventos taurinos normales, Además, todo lo que estoy comentando, lo pude vivir desde mi hogar en la encantadora ciudad de Quito, capital de todos los ecuatorianos pero, eso sí, a través de la maravilla del avance la tecnología, como es la televisión.
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