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Esta feria en la que solo da tiempo de hacer un repaso de cada tarde, pues apenas cae la noche en Madrid ya se está en el día siguiente, la de hoy, me pone a pensar en las próximas comparecencias de la terna. Y es que lo hecho por cada uno hoy, sitúa a cada cual con una expectativa distinta. Dos van por tierra a su segunda tarde, mientras que uno, lo hace por aire. Los dos que van a pie, arribarán a una tierra similar a la de hoy. Por su parte -así, aparte-, el que viaja vía aérea, aterrizará en un terreno prácticamente desconocido para él.
 El pase para ser llevado por aire lo ha conseguido así Si Perera había marcado una diferencia previa en este San Isidro, con respecto a los integrantes de su grupo, al pedir anunciarse con la corrida de Adolfo Martín, la mejor antesala para esa tarde es la puerta grande abierta hoy. Lo compromete, por supuesto. Por ello este epílogo es el mejor prólogo. La exigencia para la tarde del 3 de junio ha de ser otra, no solo por lo que tendrá frente a sí, sino por quienes poblarán los tendidos de Las Ventas.
Hoy ha hecho lo conducente con el ganado de esta tarde. Es decir, ante ese toro que deja estar, al que le brota tanta nobleza, ha podido torear con templanza, cerca, firme. Ya veremos si pisará los mismos terrenos, andará con el mismo mando y alcanzará ese temple ante un animal verdaderamente encastado que venda cara su vida. Pero, además de los procederes, si como hoy repite ese estar completamente centrado e inteligente, habrá un torero que pueda tomar la batuta de su grupo con argumentos en el ruedo.
Hasta ahora, en el papel, la propuesta parece estar encaminada a comenzar a marcar diferencias. El proyecto parece estar compuesto con algunas sugerencias de El Niño de la Capea, su ahora suegro, con premisas muy sencillas como el tomar más riesgos; según ha subrayado últimamente, en su tiempo los que se peleaban el puesto de figura apostaban con mayor frecuencia a salir de la comodidad. Uno de esos peligros es salir de los carteles del clavel, por tanto, vérselas más difícil para entrar en las ferias y hasta con los honorarios.
Sin embargo, de buscar solo la permanencia en esa élite, en el mejor de los casos compartirá o altenará los “triunfos”. Ahora, no nos generaría mayor expectativa que verlo de nuevo en los carteles de siempre y con ganado que no le exigirá algo muy diferente de lo cotidiano.
Si alguna distinción puede apuntarse entre el interés de ver las próximas comparecencias de El Juli y Manzanares se debe a la consabida ausencia del madrileño en Las Ventas en los últimos años. Los seguidores del primero insistirán en el torero todo poderoso que ven en él, aunque su extensión y exposición de dominio se limite a solo un puñado de ganaderías. Más allá de reiterar su capacidad con lo de sobra conocido, no habrá muchos más argumentos. Casi lo mismo ocurre con el alicantino y su sobada clase y elegancia que raya en una afectación ordinaria sin originalidad alguna.
*Foto: Muriel Feiner.
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