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Para que una tarde de toros sea una tarde de toros de verdad, no debe faltar una buena merienda, un puro de dimensiones colosales, un clavel en la solapa, muchas orejas y la música, con la banda interpretando un repertorio variopinto y colorido, como el pasodoble ¡Benidorm, Benidorm, Benidorm! Obra cumbre de las charangas y bandas populares que amenizan y animan el cotarro en la plaza de toros. Que esto es para pasarlo bien, no para sufrir y venga a sufrir, que para eso se llama la Fiesta y las corridas se celebran cuando se honra a los patrones de los pueblos. Que nos empeñamos en lo que no es, que si el toro Facundo es el más grande o el más anovillado de este mundo, que si Gallito del Clavel mete el pico o la pata, que si han picado poco o mucho, que si… Muchos “que sis”, que al final no van a ninguna parte.
 Orejas de la felicidad El 23 de mayo quedará para siempre grabado en nuestros corazones, en nuestra memoria de aficionado a la Fiesta. Ganadería de postín, los de Victoriano del Río, que unos dicen que lo mismo parecían cebones, que jacos, que animalitos de compañía que no se sujetaban o que seguían la muleta de forma colaboradora para mayor loor de los maestros. Maestros que se han echado la Fiesta a sus espaldas, y se nota, vaya que si se nota. Cómo no van a estar encorvados con tanto peso en la chepa. Se esfuerzan en aguantar, pero hay veces que para repartir el peso no tienen más remedio que estirarse y por eso de las leyes de la física, pues lo sobrellevan mejor. El Juli, tan comprometido siempre, hace verdaderos equilibrios para cargar con más kilos que nadie, retorcido y estirando el brazo, pero ahí aguanta como un titán. Manzanares, tan preocupado por la estética y por componer bellas imágenes para el recuerdo, por nada del mundo querría que ese peso, no se abalance sobre el pobre torillo que tanto colabora con él; será esta la causa por la que se pasa los toros a larga distancia, pero mucha.
Pero al que más hay que agradecer su compromiso es a Perera. Unos malages amargados decían que ha estado mejor que otras veces, pero que eso tampoco era difícil, ni quería decir que hubiera estado de dulce. Pero, ¿qué quieren? Unas meriendas para reventar, unos gin tonics que alimentan, claveles reventones en las solapas de los caballeros y el la sien de las bellezas que poblaban los tendidos, gradas y andanadas, pipas en cantidad, más gin tonics, que hasta los picadores podrían picar tomándose uno, orejas como para embrujar a casi toda la plaza y la música. ¿La música? ¿Que en Madrid no hay música? ¿Que la banda no toca en las faenas de muleta? ¿Cómo es eso posible? Entonces no es una verdadera tarde de toros. Pues eso hay que remediarlo ipso facto. ¡Música, música, música!
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