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Con el petardo de Morante y de Montalvo (también de Finito) aún resonando, llega una de las tardes más importantes de los últimos años para la Tauromaquia. Sí, a mi juicio, más allá de un cartel rematado y redondo, con tantas figuras como clavel, la tarde de hoy en Las Ventas significa mucho más. Será el enfrentamiento definitivo entre los cánones del toreo y la tauromaquia que se ha intentado practicar durante aproximadamente un siglo, y una nueva forma de torear que parece que ha llegado para quedarse. Hoy Madrid y el toreo se la juegan porque precisamente en la plaza en la que siempre se ha intentado defender el toreo puro y auténtico, hoy desembarcan los representantes de esta neo-tauromaquia tan antiestética como ventajista.  Nuestro pronosticador le adjudica tres orejas en el día de hoy ¿acertará? Julián López “El Juli” es el claro representante de esto que cuento. Su toreo ha evolucionado hacia un concepto en el que se antepone la largura y la muleta rastrera (en exceso, ya que parece que se barre el suelo con la panza de la franela), a la verticalidad, la naturalidad y, por supuesto, la base de este espectáculo: la pureza y la verdad. “El Juli” y compañía nos quieren vender que ese tipo de toreo es el más profundo que se ha practicado jamás. Pero engañan y confunden dos conceptos: el de largura y el de profundidad, que son dos cosas muy distintas. ¿Cómo puede ser un muletazo que se remata hacia fuera y en el que se despide al toro, profundo? Que me lo expliquen. Y algo también de extremada importancia: si el toreo ha sido siempre naturalidad y estética, ¿cómo puede soportarse un toreo tan sumamente retorcido y forzado? Pues bien, los nuevos públicos y esa crítica echada en brazos del sistema y de estas llamadas figuras del toreo actual, ya se han rendido en la mayoría de plazas y ferias a esta nueva tauromaquia del torero de Velilla de San Antonio. ¡Hasta Sevilla!, meca del toreo de pellizco y de cadencia se rindió hace mucho tiempo a ese Julián retorcido y abocado con la mitad de la muleta por el suelo que recoge a los toros ya fuera de cacho y los manda a la china sin ningún tipo de ajuste ni consideración. Y es que Perera, otro de los que hoy trenzan el paseíllo, también es de los que poseen este concepto “poderoso” que tanto obnubila hoy a la mayoría. ¿Se rendirá la catedral del toreo de forma definitiva a esta nueva filosofía del arte taurómaco que rompe con décadas y décadas de toreo y grandísimos toreos? Menos las cuatro voces discordantes de siempre…me temo que sí. Esta batalla por conservar la esencia y el clasicismo creo que está perdida.
Y no, no se me olvida Manzanares, el último de la terna “estrella” de esta feria. El alicantino vuelve a Madrid, la única plaza que nunca ha terminado de tragar con su toreo ventajista y aliviado de pierna retrasada y suerte descargada. Pero oigan, que la tarde puede lanzarse y hasta Manzanares su puede marchar en volandas a poco que la corrida de Victoriano del Río se mueva como en otras ocasiones (con cierta mansedumbre, pero con nobleza y recorrido en el último tercio). Sí, me llamarán exagerado y mil cosas más, pero hoy la Tauromaquia, este arte milenario se juega mucho en Las Ventas.
Toros de Victoriano del Río, correctos de presentación en general, con algunos más serios y otros de escaso remate por detrás; y de buen juego en general en la muleta. Mansos en varas y algunos de poco fondo y casta, los habrá que brinden el triunfo en el último tercio por su nobleza, movilidad y calidad.
El Juli: oreja y dos orejas José María Manzanares: saludos y oreja Miguel Ángel Perera: oreja en ambos
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