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No es indignación el sentimiento que me ha quedado del naufragio de Morante, la inmersión en la nada de Finito y la tauromaquia sin propósito de Talavante. Es amargura, disgusto íntimo ante la sensación de pérdida de sentido de la tauromaquia, de supeditación de un espectáculo noble al capricho de un protagonista.
La corrida de Montalvo, cinqueña salvo el sexto, no era la tonta del bote, aunque tampoco parecía Barrabás, pero después de desperdiciar la noble y floja casta del primero, las buenas embestidas del tercero que sirvieron para que Talavante diera una gran serie por la izquierda y nada más y saliera el quinto y Morante se quedara encerrado, quizá por impericia, en las tablas al saludarle de capote, vino el alevoso sacrificio del toro en el caballo por los picadores que supongo que dirán que ellos obedecen las instrucciones del matador alegando “obediencia debida”.
Una corrida donde a salvo de la carnicería del quinto se picó fatal, los caballos sólo parecían servir para esperar la llegada del toro y desde su flanco atizarle leña donde cayera y como fuera. Los toros se pusieron en suerte sin respeto al toro, a las reglas del arte y a los espectadores. Se dio un penoso espectáculo en banderillas donde ni se protegía bien a los banderilleros, ni se cortaron las persecuciones de los toros cuando hubo. Sólo se salvó la cuadrilla de Talavante en el sexto, que curiosamente era el cuatreño de la corrida. Los matadores mataron fatal. Fue en su conjunto la corrida peor lidiada y peor matada que he visto en la temporada y eso por la supuesta cabeza del escalafón.
 La corrida peor matada de la temporada, ésta y muchas otras Poner la tauromaquia al servicio de las figuras es poner el mundo al revés, pero ya sabemos que vivimos en esta época donde los caprichos de los protagonistas están por encima, no ya de la supuesta ética del espectáculo, sino incluso del respeto debido al público, que por otra parte llenó como ningún otro día los tendidos y aplaudió con entusiasmo cualquier atisbo de compostura por parte de los toreros. Así estamos.
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