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Hoy 21 de mayo es la tradicional Corrida de la Prensa, pero seguramente de lo que se hablará esta tarde en los corrillos, pasillos y tendidos de Las Ventas será del histórico festejo de ayer. Histórico podríamos decir por dos motivos: por un lado, por la suspensión de la corrida al segundo toro a causa de la imposibilidad de los tres matadores de salir de la enfermería; y por otro, por haber sido la corrida que devolvió a la fiesta y a la Tauromaquia a la actualidad mediática. Los distintos medios de comunicación (periódicos, radios y televisiones), muchos de ellos atraídos y alimentados por el morbo suscitado por las cornadas, volteretas y percances, volvieron a abrir sus respectivas ediciones y programas con lo sucedido en una plaza de toros. Algo que, desgraciadamente, hacía mucho tiempo que no pasaba. Y más todavía, desde concretamente el año 1979, no ocurría lo de ayer en el coso madrileño. Por eso hoy, seguro, de lo que más se hablará será de David Mora, Antonio Nazaré y Jiménez Fortes.  Juan del Álamo volverá a ser el mejor de la terna, según el pronóstico Y es que, además, la Corrida de la Prensa de este año es la más floja que se recuerda en mucho tiempo. Que sea un joven emergente como Juan del Álamo el máximo atractivo del cartel dice mucho de los restantes participantes. Para empezar la siempre omnipresente divisa de Juan Pedro Domecq. Siempre presente como digo por las demandas y exigencias de algunas llamadas figuras, porque si por los aficionados fuera hacía mucho tiempo que habría desaparecido de las ferias. Llega en un momento pésimo tras sonoros petardos la pasada temporada y la presente en Valencia, Sevilla u Olivenza. La única esperanza es que en esta edición no la matan las figuritas y, además, algunos de sus hermanos de Parladé han sido de lo mejorcito del abono. Por último, hacen el paseíllo El Cid y El Fandi, dos matadores distintos pero unidos por un factor común: no apetece verlos. Al sevillano porque ya está ido de esto, en baja forma, descentrado, sin sitio; y al granadino porque su reiterativo espectáculo resulta infumable en una plaza como Madrid y a estas alturas de la película.
Toros de Juan Pedro Domecq, desiguales de presentación con algunos justos o mal presentados; y de tan noble como blando y descastado juego en general. El Cid: silencio y ovación El Fandi: división y silencio Juan del Álamo: vuelta y saludos.
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