El éxito ama a los héroes. Dicho de otro modo, para llegar a ser considerado un héroe, los esfuerzos deben ser coronados por el éxito y no por la tragedia. El día siguiente a la conmovedora estocada de Fandiño, me criticaba William Lyon preguntándome si habría opinado lo mismo en el caso de que a consecuencia de la misma hubiera sufrido una herida grave o incluso la muerte. Me vi forzado a contestarle que no, que habría pensado que era un gesto de valor innecesario. En esa contradicción creo que se debate también el público, que adora el riesgo que supone la fiesta de los toros y le horroriza la cogida del torero. Las cogidas de los toreros son un riesgo consustancial al oficio. Es más, entiendo que la fiesta de los toros no tiene sentido sin riesgo, estoy claramente en contra de todo aquello que engañosamente denominan como humanización de la fiesta. Creo firmemente que si algún sentido tiene la existencia de la fiesta de los toros en este, ya casi avanzado, siglo XXI, es el que un hombre con el único arma de su conocimiento y su valor sea capaz de dominar a un toro ofreciendo a cambio el riesgo de su vida o su integridad física.  Dramáticos momentos se vivieron con David Mora entre las astas Por eso no hay riesgos calculados o asumibles, el nivel del riesgo lo pone el torero con su valor y la cornada o lesión la pone la suerte, el toro o el destino. David Mora hizo su gesto que demostraba que venía a por todas, que no iba a escatimar su valor ni su conocimiento para triunfar, para agradar al público. El toro se interpuso y la suerte le fue esquiva, siempre detrás de la suerte taurina o azarosa está la muerte, que sobrevoló la plaza sin llegar a hacerse presente.
El gesto de valor de David Mora llevó el espanto a la plaza, las cogidas de Jiménez Fortes y la lesión de Antonio Nazaré se combinaron para cerrar una corrida trágica que además de pasar al recuerdo en el futuro, sirvió para sacar a la luz la mala entraña de algunos supuestos defensores de los derechos de los animales, que viene a recalcar aquello de que quienes presumen de amar mucho a los animales suelen despreciar a las personas.
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