Siempre será importante mirar una novillada. En esta ocasión, a través de la televisión desde la ciudad de Quito, en la mitad del mundo, ya que, todos conocemos que a los futuros matadores de toros, hay que mirarlos con pinzas, para poder entender qué es lo que desean hacer y, más aún, cuando se trató de la segunda novillada de la Feria de San Isidro 2014, en la mismísima Monumental Plaza de Toros de Las Ventas. Actuaron Francisco José Espada, Posada de Maravillas y Lama de Góngora, lidiando reses de Montecillo, con diferentes resultados artísticos pero, cada uno, entregando lo que saben y pueden, de acuerdo con su personalidad para torear y conocimientos.

Aunque el ganado no fue bravo, el primero, cuarto y quinto astados permitieron el desenvolvimiento de los jóvenes novilleros pero, el cuarto fue el mejor de todos ellos y, su matador de turno, Francisco José Espada, lo supo aprovechar y le realizó una muy interesante faena, por lo que, la totalidad del público solicitó la oreja como premio, aunque el Presidente de la Plaza, Don Javier Cano, demoró mucho en atender un pedido más que justo, por lo que se había visto en la arena. ¿Acaso la primera oreja no la otorga el público?

Tuvo Fco. J. Espada un novillo que humilló y repitió mucho y le cortó una oreja

En cuarto lugar, saltó a la arena Ilustrado, con 507 kilos de peso sobre sus lomos, de capa negra. Un novillo que, igual que sus compañeros, salió suelto al ruedo. Pese a que poco pudo hacer con el capote, durante la segunda vara, el astado propinó un tumbo a la cabalgadura que montaba el picador David Prados, ventajosamente, sin mayores consecuencias. Durante la faena demostró ser noble y con fijeza pero, sobre todo, humillaba. Francisco José Espada con las dos manos, ligó varias series de derechazos y naturales, con temple y mando. Demostrando que se trata de un joven con clase y elegancia en su toreo. Su faena la realizó en los medios, lo que le otorgó mayor mérito. El astado demostró también calidad en la embestida. Y, al final, un estoconazo hasta la empuñadura, aunque un poquito desprendida, terminó con la vida del animal. Con una oreja ganada a toda ley, dio la vuelta al ruedo en medio de la ovación del respetable. Igualmente, el toro recibió una ovación en el arrastre.

Con los jóvenes novilleros que he podido ver en las dos novilladas, se puede decir con mucha exactitud, que sí hay futuro en la fiesta brava -en lo que a matadores se refiere- pues, lamentablemente, no podemos decir lo mismo con el ganado.