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Hoy, este modesto servidor que les aburre con estas infinitas líneas cargadas de barbaridades cada día, no pudo ir a los toros. Una cita con el médico lo impidió; pero que no acudiera al coso de la calle de Alcalá no significa que no viera el quinto festejo de esta recién estrenada Feria de San Isidro. Una de las pocas ventajas de la tele... Y por eso, les haré un resumen más ligero y no tan profundo de lo que dio de sí en mi opinión el encierro de Parladé que permitió la salida en hombros de Iván Fandiño.
La corrida con el segundo hierro de Juan Pedro Domecq estuvo bien presentada en general, aunque presentó desigualdades. Por debajo destacó el chico 3º, no apto para Madrid; mientras que los restantes poseían trapío suficiente para el coso madrileño. En tipo, sin exceso de kilos, y muy serios y astifinos por delante, los de Parladé fueron saltando uno a uno de chiqueros. Y si cierta desigualdad hubo por fuera, también en el comportamiento hubo notas diferenciadoras. La tónica general del encierro fue la gran movilidad y el interés. Transmitió bastante la corrida porque varios de los animales lidiados poseían un indudable fondo de casta. Por el contrario, hubo otros (como el 1º o el lote de Ángel Teruel) que mostraron nobleza, pero falta de fuerzas y que se apagaron pronto.
 Este fue 'Rapiñador', a la postre el que propició el triunfo de Fandiño 2º, 4º y 5º fueron los ejemplares notables del encierro. Sin ser fáciles (por su exigencia y fondo encastado), transmitieron y se movieron mucho, dotando de importancia a lo que se hacía con ellos en el ruedo. Ni el 2º ni el 4º fueron bravos, más bien mansitos (lo demostraron en los primeros tercios), pero el 5º si empujó con más codicia en el caballo. Y la exigencia en estos astados vino dada porque en ocasiones se metían muy por dentro arrollando o embestían con gran violencia y con la cara suelta. Les faltaron cualidades, pero al menos tuvieron la emoción de un toro encastado.
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