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Se recordará durante muchos años la estocada de Fandiño. Los que hoy son jóvenes comentarán que ellos estuvieron el día que Fandiño entró a matar al Parladé sin la muleta. Hay días que el mundo es más bello, dice mi amigo Frizzi, sorprendido y entusiasmado por la decisión del matador.
 Otra para la historia. Esta vez autoría de Iván Fandiño No es tanto la singularidad histórica del hecho. Antonio José Galán lo hacía en los años 70 y yo mismo he visto a su hijo David Galán repetirlo en la feria de Málaga de 2006. Es la oportunidad para demostrar la entrega del torero, si fuera necesario insistir en ella tras anunciarse con los mismos toros que le propinaron una gran cornada el año anterior, y ante una concurrencia que sea capaz de entender, valorar y agradecer ese gesto.
La sorpresa es un elemento determinante en la emoción que provoca la fiesta de los toros. Cuando las voces del tendido discutían acerca de la calidad de la faena de Fandiño, que no eran sino la continuación de los comentarios acerca de la faena anterior, en las que la concepción del torero fluye, tropieza, enlaza momentos de tensión con otros de bajón, tiene altibajos de calidad aunque no de entrega, la insólita decisión del torero de arrojar la muleta antes de entrar a matar enmudeció la plaza.
El raro silencio de Las Ventas es conmovedor, por su extrañeza, porque sólo subraya momentos realmente singulares. La estocada tuvo su aviso, que le añadió dramatismo, cuando el matador arrojó la muleta y debió recogerla tras descolocarse el toro. Parecería que una decisión enrabietada de tirarse a matar podría ser modificada tras el leve trasteo que podría indicar la inconveniencia de tal riesgo. Sin embargo la decisión era firme y tras cuadrar al animal, volvió a arrojar la muleta y, esta vez sí, se tiró a matar sin defensa, entregando su cuerpo a cambio de la estocada mortal.
No faltarán quienes intenten presumir de puristas y digan que eso no es torear, ni los que afirmen que el toreo es otra cosa más reposada y artística, pero esos comentarios sólo indicarán que no han entendido la única razón por la que en el tecnológico siglo XXI sobrevive la tauromaquia, porque es el único espectáculo donde el protagonista para llevar a cabo su obra es capaz de ofrecer a cambio su propia vida: Como Fandiño para matar a Rapiñador de Parladé el martes 13 de mayo de 2014.
*Foto: Muriel Feiner.
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