Otra feria de Madrid que ha echado a andar en un momento en el que todo cambia, todo avanza en busca del futuro, aunque parece que este nunca llega, pero cuidado, fijémonos en las señales que nos pone delante el destino. Los Toros, San Isidro, el puro casticismo de un pueblo, la tradición que se hace evidente de forma permanente, pero ¡Ay! Se acabó eso de las corridas de toros en las que a lo máximo que aspiraban los expertos en marketing y comunicación era en poner un botellón de Brandy Espléndido en el centro del ruedo antes de empezar la corrida, en una avioneta con una pancarta de Puerto Banús o los carteles de puros Don Julián pegados en los muros de la plaza. Pues eso ya es historia, ahora ya entramos de lleno en eso del “product placement”, o sea, que en mitad del espectáculo aparece el producto del patrocinador así, como el que no quiere la cosa.

Andaba Daniel Luque tanteando al quinto, así medio descolocado, medio apartado y ¡Zas! Un derrote del de Valdefresno, un siete en la taleguilla y don Daniel presenta en sociedad su nueva línea de ropa vaquera. Qué tiempos aquellos en que los monosabios auxiliaban a los toreros para que no se escaparan sus vergüenzas por el boquete liberador que el pitón les había abierto. Pero eso es pasado, ahora el mozo de espada ya lleva un vaquero cortado a media pernera, para que el maestro se luzca. Hubo que esperar al penúltimo de la tarde, pero no será que los compañeros no intentaron todo para ser ellos el modelo de esta línea de moda. David Mora se estiró todo lo que el brazo le permitía, para que el toro pasara muy lejos, pero al tiempo, al llevar las telas a otro ritmo que el del toro, eso facilitaba el enganchón, pero nada. Todo lo que le enganchaba el animal eran los engaños, tanto, que hasta algunos hemos pensado que estaba sin sitio, reservón, con demasiadas precauciones y con escasas ideas. Algo parecido a lo que mostró Diego Silveti, pero este con el hacer propio de allende los mares, ¿o no? Porque pensándolo bien, lo de la destemplanza, la ausencia más absoluta de un mínimo concepto lidiador y ese dejar al toro a su aire, permitiendo que se haga el amo, igual no es muy mexicano que se diga, si acaso puede recordar a un gringo pretendiendo torear a uno de esos toros que en las películas siempre tenían que llevar a Abilane.

Daniel Luque esbozó el recuerdo de una larga cordobesa

Fue Daniel Luque el que al final sacó los vaqueros, blue jeans como dicen los finos, no sin antes despistar al personal con un apunte de quite al primer inválido de la tarde. Un esbozo de verónicas, así como si un pintor tomara unas notas rápidas del momento, con grandes rasgos, líneas rápidas e imprecisas, pero que sirven para dar una idea de lo que se quiere pintar después. Lentitud por aquí, no llevando demasiado enganchado al toro en los vuelos del capote, para terminar con una larga a una mano, rematando con el capote al hombro, mientras salía de la suerte con cierto garbo. ¡Una larga cordobesa, me recuerda una larga cordobesa! Eso comentaban algunos desde su localidad, aquellos garabatos daban la sensación de ser aquel lance tantas veces interpretado por Lagartijo el Grande. Imagínense ustedes, uno esperando todas las tardes a encontrarse con un instante que le hiciera recordar grandes glorias del toreo y hoy va y se encuentra ya con el esbozo hecho y todo. Unas líneas más por aquí, tres pinceladas y listo. ¿Para qué me iba a complicar más la existencia? Porque si hubiera pretendido ilustrar algún momento de en el que se enseñoreara la casta y la bravura de los de Valdefresno, igual aún estaba sentado en mi localidad, rodeado de la soledad de la plaza despoblada. Porque la flojedad, la invalidad, la falta de casta, la mansedumbre y si acaso el genio de quinto y sexto, eso no es para dedicarle ni un borrón, y menos el día del lanzamiento de la nueva línea de ropa vaquera Dani Blue Jeans.