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Con enorme interés se pudo mirar, a través de la televisión, desde la mitad del mundo, la primera corrida de San Isidro 2014. Sin embargo, la no presencia de toros bravos en la arena de la Monumental de Las Ventas, llevó a observar tediosas y aburridas faenas que significaron un mal comienzo para tan prestigiosa feria taurina. El valor y la entrega de los toreros, que hacían lo que podían frente a los astados de Valdefresno, dieron el poco y real valor a las faenas, sin que se haya podido cortar ningún apéndice. A David Mora le correspondió el peor lote de la tarde y noche. Astados mansos, que deseaban saltar al callejón, que se rajaron en medio de la faena, el primero flojo de remos aunque noble y con calidad pero, lamentablemente, sin fondo. Su segundo, muy parecido al primero pero, con peligro y sin ganas de embestir, lo que le dificultó ingresar a matar. De esta guisa tuvo que torear Daniel Luque a su segundo Daniel Luque, se podría decir, que fue el más afortunado. Su primer astado fue manso, soso, falto de codicia y noble pero, llevó al público al aburrimiento. En cambio el segundo de su lote, fue el menos malo de todo el encierro. El toro era manso, también buscaba su salida rápida mirando al callejón, con peligro pero, embistió mejor que sus hermanos de camada. Al salir del último par cogió a uno de los subalternos rompiéndole la taleguilla- Y, luego de ello, permitió que el matador pueda realizar algo mejor su faena. También levantó a Luque y, con las filudas astas le cortó la taleguilla a la altura de sus genitales, por lo que tuvo que colocarse un pantalón vaquero.
Para el mexicano Diego Silveti, el compromiso era mayor pues, era su única presentación en Madrid. El primer toro acudió al caballo, haciendo pensar que podría colaborar con su matador pero, no fue así. El toro era manso, sin nada de raza, indeciso, calamocheaba tratando de llevarse la cabeza del matador, con peligro y falta de fondo. Mientras que, el último de la corrida, fue un toro avanto y peligroso. Levantó a Silveti en dos ocasiones, habiéndole cortado el labio en la segunda. Sin embargo, el pundonor del mexicano pudo más y se entregó al máximo.
Definitivamente, cuando no existe el toro bravo en la arena, pese al valor, el conocimiento y la entrega de los tres matadores de la terna, nada se puede hacer pues, el toro es la base fundamental de la fiesta brava y, sin él, nada más se puede esperar, como espectáculo de primera calidad, como deberían ser siempre las corridas de toros.
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