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Ésta es la fiesta que queremos los que pagamos, pero que casi nunca podemos ver porque no nos dejan. Una fiesta con toros de lidia de verdad, con todos los tercios totales, pero una fiesta que al parecer no les interesa a los taurinos. Han bastado dos días en los que Castaño y su cuadrilla de especialistas han actuado al completo para que en la primera plaza del mundo se hayan puesto de acuerdo claveleros, isidros y los del 7, a los que nos llaman duros, o puristas, o toristas, o nostálgicos, o talibanes, o lo que ustedes quieran. Hoy todos hemos estado de acuerdo y hemos provocado un insólito espectáculo, obligando a parar la lidia (menos mal que el toro ha esperado también pacientemente, no nos imaginamos lo que habrá pasado por su mente mientras tanto) al finalizar el segundo tercio y haciendo que sus protagonistas, Marco Galán con su capote acariciador lidiando y los artistas de los garapullos, el larguirucho David Adalid y el patilludo Fernando Sánchez, hayan tenido que dar la vuelta al ruedo para recoger la alegría y agradecimiento de la plaza entera rompiéndose las manos y en pie, vuelta a la que también ha sido obligado a acompañarles el picador Tito Sandoval, que había protagonizado otro insólito y extraordinario espectáculo en el primer tercio, moviendo el caballo para encelar al burel y picando arriba, no trasero y midiendo el castigo sin ensañarse. La plaza entera boca abajo y puesta en pie. Algunos lloraban emocionados, otros con el vello de punta y otros muchos gritando al unísono aquello tanto tiempo olvidado de: “Torero, torero...”. Sí, toreros, unos de plata y otro de oro...
 O de pasamanería. Estos cinco ponen orden y dirigen un concierto de tauromaquia Para ello ha sido necesario un corridón de toros de Cuadri, muy serio aunque no ha sido totalmente bueno. Los inmensos y hondos astados (media de 600 kilos) han pecado de mansedumbre en general, se han ido parando más o menos, pero todos han creado dificultades, algunos han llegado a sembrar el pánico en matadores y cuadrillas y todos han pedido el carné de torero. Creemos sinceramente que si la lidia que se les aplicó hubiese sido otra y en otros terrenos y distancias tal vez el resultado hubiese sido muy distinto. Desde luego, no eran las babosas que necesitan las “figuritas” para engañar a los públicos.
Por todo lo anterior, aunque hoy no hubo orejas sí que hubo espectáculo y fue lo nunca visto en estos tiempos. Cosas parecidas sí ocurrían en el pasado, en siglos anteriores, pero ha llegado alguien como Javier Castaño, que ha querido desempolvar maneras de lidia diferentes a lo que se puede ver hoy día y ha puesto de acuerdo a todos...menos a los taurinos, claro. Seguro que muchos de éstos van comenzar a criticar ésta, a la que podríamos llamar “tauromaquia integral”, porque no cuadra con sus intereses de crear “figuritas de pitiminí” que en vez de lidiar tienen que fingir posturitas muy plásticas y jugar pero con “perrillos falderos”, no con toros de lidia que defienden su raza, crean peligro y dan miedo, como los Cuadri de esta tarde. Esta fiesta no les interesa a esos bastardos taurinos, ya que como han podido comprobar hoy, nos aglutina a todos los demás espectadores que pagamos para estar en su contra. Su lema es “divide y vencerás” y en eso están afanándose gracias a sus voceros “sobrecogedores” y a los mentirosos juntaletras, “moleses” y otros.
Luego, Castaño, aunque llegó a muletear con gusto y gran valor a ese quinto, no consiguió calentar los tendidos porque el toro, al protestar, le alcanzó la tela varias veces en el tercer lance de cada serie, justo el momento clave en que rugen los tendidos. Incluso recibió un pitonazo en la nariz que casi le arranca la cara. En el segundo, aunque estuvo más pulcro como muletero, tampoco pudo triunfar al fallar con los aceros. La cuadrilla de los tres especialistas, sí que se había desmonterado ya en el segundo tercio. Para que luego digan los “listos” que los toros Cuadri no se dejan banderillear...
Fernando Robleño hoy dio un paso atrás. Con su encastado primero, de 628 kilos, desde los lances de recibo ya estuvo perdiéndole pasos y a mitad de su faena de muleta se cumplió el primer teorema de Facundo: “Si le pierdes pasos a un toro encastado inexorablemente serás volteado”. Estuvo bajo el “camión con cuernos” unos segundos pero salió ileso. Lo mató de una gran estocada, lo único meritorio que hizo en toda la tarde. Su segundo creó pánico en el ruedo a todos los de a pie, derribó en varas y luego fue masacrado. El matador nunca llegó a entender cómo meterle mano. Su muerte fue de bravo ¿Sería por eso que estuvo Fernando tan mal?
Bolívar tampoco tuvo su tarde. Sólo voluntad. Le tocaron los dos toros más parados del encierro aunque creemos que equivocó los terrenos y distancias en ambos. Su cuadrilla tampoco le ayudó.
Hoy terminó la feria de a pie. Algo parecido a una revolución la que ha provocado al final de la misma Castaño y su cuadrilla ¿Habrá toma de La Bastilla y caerán cabezas de “nobles corruptos”? El camino se ha mostrado. Hace falta que prenda la llama y todos los que pasamos por taquilla nos unamos para cambiar el rumbo.
Hoy sonó “La Marsellesa” en vez del pasodoble, fuimos felices y estuvimos unidos ¿Hasta cuándo? Nosotros nos despedimos aquí de nuestros fieles lectores pero volveremos el martes para la otra feria del Arte y el Camelo... perdón, y la Cultura. ¿En qué estaríamos pensando en el 7? En la lidia integral, seguro.
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