|
Qué reales parecen a veces los sueños, imaginen que ayer soñé que veía un tercio de varas completo y dos de banderillas y hoy al volver de la plaza después de los de Samuel, sería por el cansancio, he echado una cabezadita y he tenido un sueño que parecía absolutamente real, absurdo, pero real. Yo me iba a la plaza a ver una corrida de la feria de San Isidro y en lugar de toros soltaban ciervos; pero no queda ahí la cosa, es que los lidiaban y toreaban cómo si fueran toros. ¿Se imaginan? Eso sí, el único que no salía era el papá de Bambi, porque unos señores decían que no tenía el trapío necesario para esa plaza, que muchos cuernos, pero poco cuerpo. Pues claro, ¿qué esperamos? Si tuviera menos cuernos y más cuerpo, igual hasta podría ser un toro. Pero eso está claro que no es posible, los toros son toros y los ciervos… ¿podrían dar el pego como toros? Pues en mi sueño sí. Eran de Samuel Flores, ese ganadero que salía en la tele siempre con un traje gris. Los toreros se llamaban Antón Cortés, que no sabía por donde meterle mano a los animales, aunque se ponía muy pesado; Pérez Mota, que pretendía dar el pego y hacer pasar como grandioso un lote de pases vulgares y sin mando; y Rubén Pinar, que era el más joven, el menos experto, y vaya que se notaba. Daba muchos pases, pero a la gente que estaba allí no les daban ni frío, ni calor. Ángel Otero pareando a algo parecido a un ciervo El sueño parecía muy aburrido, no pasaba nada bueno y además hacía frío y el aire no paraba de molestar. Volaban unas telas rosas y otras rojas, sobre todo cuando pasaban por ellas los ciervos. Si hasta uno de los señores estos le soltó la tela en la cara a un ciervo y él echó a correr para el lado contrario. También salían unos señores subidos en un caballo con faldas, que lo que hacían era algo parecido a dar un golpe flojito a los ciervos en el lomo, pero muy flojito, como si no quisieran molestar al ciervo. Solo hubo una cosa muy entretenida, ¿qué digo? si hasta me emocioné. Iba un señor que se llamaba Ángel Otero corriendo hacia un ciervo, llevando solo dos palos en la mano. Pero el ciervo corría mucho, mientras él parecía que quería pasar por delante del animal con esos palos. Pues corrió todo lo que pudo y en un momento es como si se hubiera quedado entre los dos cuernos, aprovechando para meter los brazos en medio, clavar los palos al final de una pelota que el ciervo tenía en el lomo, junto a la cabeza. Sacó los brazos de en medio de los cuernos y apoyándose en los palos cogió impulso para apartarse de allí y salir de allí sin que le pasara nada, y eso que el ciervo casi le da con los cuernos y con la cara, que la levante un montón. Vaya con los sueños que tiene uno. Decían que Freud los interpretaba, pero no sé si eso es verdad. Ahora va a resultar que son las ganas que uno tiene de ver cosas como lo que soñé el día anterior. Lo raro es que en este sueño de ciervos sólo faltó el padre de Bambi.
|
|