Hoy se hablaba en el 7 antes de la corrida más de las sustituciones de los toros de mañana (El Torreón en vez de Jandilla) y de la Fandiño (por Alberto Aguilar) de pasado mañana con los de Adolfo que de la propia de hoy. Y es que muchos de los que habían visto por la mañana los toros de El Ventorrillo ya avisaban de que estaban atacados y sobre todo que eran muy pobres de cara para la edad que tenían, alguno a punto de cumplir seis años. Y nos decían esto con pesar, ya que cuando eran de Paco Medina se codeaban con los mejores y desde que están con San Román la cosa está mucho peor. Cada ganadero tiene su propio criterio, aunque en este caso era evidente, como pudimos comprobar más tarde, ya que la decadencia del hierro es algo incuestionable.

En esta tarde ventosa todos los toros acusaron mansedumbre y salvo el segundo, que al no poder ser casi picado llegó con bastante gas y pidiendo una poderosa muleta que lo sometiese, todos los demás fueron acusando el peso de la lidia y terminaron prácticamente parados, sin fuerza ni casta pero sin crear problemas y alguno, como el tercero, casi un perrillo faldero que contribuyó a que el manito Saldívar le cortase a favor de obra la única orejilla de la tarde, con mucho cemento en los tendidos, una forma, indirecta pero clara, de acusar a la empresa de la falta de interés de los carteles y también a la CAM por aprobarlos.

Orejillas, picadores de utilería y faenas con poco fondo

El madrileño Sergio Aguilar, autor de una de las mejores faenas de la temporada pasada en esta plaza, estuvo triste, desangelado, sin coger el ritmo ni entender nunca las sosas embestidas de los toros que sorteó, por lo que su paso por esta feria ha sido de puntillas. Como si no hubiese venido.

El ecijano Miguel Ángel Delgado sorteó el toro de más transmisión de toda la tarde. Era manso pero con bastante casta y nobleza y sus embestidas provocaban esa emoción necesaria para mantener la atención del público. Pero él se vio casi siempre desbordado y a su merced y aunque lo intentó de casi todas las maneras nunca encontró la forma de dominarle. Una pena porque creemos que era un toro para triunfar rotundamente en Madrid. El otro llegó cadáver al último tercio y eso que casi no se le picó.

El mejicano Saldívar llegó esta tarde renqueante a la plaza, al parecer tras haber sufrido un palizón mientras se entrenaba hace unos días. Pero se sobrepuso a todo y en verdad que no se le notó en absoluto, pues se mostró el más dispuesto y animoso de la terna ya desde los lances capoteros. Tras brindar a sus compatriotas se fue al platillo y allí se quedó genuflexo para llamar al toro y comenzar a calentar al graderío. Siguió dando pases al manso, noble y obediente y aunque hubo más cantidad que calidad frente a los tendidos 4 y 5, como se sabe los más agradecidos de la plaza, al rematarlo a la primera los orejeros recalcitrantes solicitaron un trofeo facilón y de poco peso que el palco, ocupado hoy por don Manuel, el decano, dadivoso y poco riguroso concedió. El sexto no fue tan obediente y aunque la “puertecilla grande” estaba abierta a medias ni él ni el toro se pusieron de acuerdo en rematar la faena.

Al final, en el 7 salían muchos aficionados comentando qué es lo que está pasando este año en esta plaza. A los flojos mansos y descastados toros, que son la gran mayoría, casi no se les pica, se les simula la suerte de varas, con lo que se mantienen con dificultades pero no se desploman y llegan a la muleta renqueantes, sumisos, sin poder y sin crear emoción alguna, para que los toreros puedan hacer ese toreo moderno, ligado pero despegado, sin apreturas, descargando la suerte, cosa que al escaso público asistente le debe gustar, porque aclaman faenas pueblerinas como si fueran el summum de la tauromaquia. Y si luego los matan a la primera, sin tener en cuenta si ha sido de bajonazo o de gran estocada, en la mayoría de tendidos aparecen los pañuelos con lo que la plaza se convierte en lo contrario a lo que debería ser la primera del mundo. Sólo el 7 protesta. Y en general, los inquilinos del palco, este año en vez de rigurosos están generosos, como si alguien hubiese repartido consignas de que hay que regalar trofeos para levantar esto. Es como si Molés y el resto de sus secuaces “vividores” estuvieran intentando aleccionar a los ignorantes para que se crean las falacias que cuentan cada día en papel, radio o TV. Menos mal que aún nos queda Internet para dar a conocer la verdad de lo que está pasando en esta feria orejista. Pero tenemos que ser los aficionados y no los profesionales de los medios los que lo contemos. Y en ello seguiremos, mientras podamos.

Al final, un chusco del 7, ahuecando la voz e imitando a los antiguos “charlatanes” vendedores de “El Rastro” salía diciendo: “Para el nene y la nena, oiga, se dan orejillas de regalo”.