Ficha del Festejo

Grandes calvas hoy en los tendidos, especialmente en los del 5 y 6, eso, en San Isidro no pasaba en años anteriores. ¿Cuál será el motivo? La estructuración de los carteles, la falta de variedad de encastes, ¡o que se yo! Creo que ambos ejemplos son más que suficientes para darnos cuenta del poco interés que la presente feria ha despertado en la exigente afición madrileña.

De la terna, sólo destacó el mexicano Saldivar, que estuvo firme, con oficio y valiente en una faena vibrante en el tercero de la tarde, entregándose la afición venteña sin reticencias y concediéndole un trofeo bien ganado por el manito. Los otros alternantes, uno madrileño Sergio Aguilar y el otro sevillano Miguel Ángel Delgado, se fueron de vacío, primeramente por culpa de los toros que sortearon y luego porque tampoco pusieron demasiado empeño en su quehacer, más bien aburriendo al personal, un vecino de localidad bostezó en muchas ocasiones, menos en el tercer toro del festejo.

En el día de hoy se lidiaron seis toros marcados con el hierro de “El Ventorrillo”, bajos de casta y raza, ¡como se nota las manos de su criador!, que poca atención pone en la selección del padreo de sus reses; desiguales en presentación, desiguales de edad y también en sus kilos, incluso salieron dos zambombos, como fueron los dos últimos, que en el argot taurino se le califica como acochinados, que apenas fueron picados y simulando el tercio de varas, menos en el sexto en que se lucio Oscar Bernal que fue despedido con aplauso; con semejante material bovino, poco se podía esperar de ellos.

No empezó mal Sergio Aguilar con la pañosa, al iniciar faena con esos estatuario erguidos, pero el resto, es decir con la diestra o la siniestra, siempre con la muleta retrasada, como dicen ahora los nuevos aficionados, “el toreo moderno”, tras escuchar los primeros pitos de protesta, el madrileño tomó la espada de verdad para pasaportar a su oponente, manejando con facilidad el estoque, dejó una estocada de buena colocación pero algo desprendida, haciéndole falta el verduguillo, siendo contundente con él. Un cinqueño fue el cuarto, que olisqueo la arena y hizo amago de saltar al callejón, en el segundo tercio acortó distancias y en la muleta apenas sirvió. Quizás el planteamiento de la faena, no fue el más correcto por parte del torero de Vallecas y lo pagó caro; pidió el arma toricida, entrando con decisión dejó una estocada que cayó digamos que ladeada, eso si con efecto. Silencio en su lote.

Sergio Aguilar iniciaba una tarde poco halagüeña con otro encierro descastado

Miguel Ángel Delgado, nada con el percal, es una lástima que los lances de capote hayan perdido vigencia y el esplendor de antaño, muy poco son los matadores que actualmente sepan utilizar tan artística prenda. Con ese toreo despegado y hacia las afuera con la franela tan en boga actualmente, el sevillano se dedicó a pegar pases más pases sin emocionar a nadie, lo medio destacable fue el circular invertido y pare usted de contar. Si que acertó con el estoque al meterlo hasta la bola, que cayó ligeramente contraria que le hizo daño al cornúpeta doblando sin remedio. Por ello, más que por su faena escuchó palmas, saludando desde el tercio, eso si con ligeras protestas. Un toro con el de mayor peso 626 kilos sobre sus lomos y también el de más edad, que manseó tanto en el caballo como en el segundo tercio doliéndose al sentir los arponcillos. Al tomar la muleta, se fue a los medios y sin probaturas inició faena con la diestra mano haciéndose aplaudir, a más fue su labor, destacando un martinete oportuno, pero por el otro pitón no hubo transmisión pese a su buena colocación, pero no termina ortodoxamente los pases, como epílogo, unas manoletinas algo ajustadas. Despachó al grandullón de tres pinchazos sin soltar y un certero descabello; aviso desde el palco.

Con el quinto y por la derecha Delgado consiguía lo mejor para sus arcas

Arturo Saldivar, estuvo animado, decidido, firme, valiente y con oficio en el tercero de la corrida, tanto es así, que se fue a la boca de riego, hincó sus rodillas para enjaretar cuatro redondos con la derecha, escuchando la primera ovación del festejo, ya de pie, la faena bien estructurada fue tomando vuelos, primero con la diestra y luego con la zocata, escuchando más palmas, las bernadinas como hay que hacerla, citando por un lado y vaciándolo por el otro y una segunda ovación de los asistentes, la excelente labor estaba hecha, solo faltaba rematarla con la espada y el manito lo hizo con verdad, de un estoconazo en sitio idóneo del que salió muerto el burel; los pañuelos generalizados no se hicieron esperar y el Usía al ver la mayoría, concedió el trofeo al mexicano, que paseó la oreja más contento y feliz por el ruedo venteño. Otro cantar fue su labor ante el que cerró plaza, un toro con muchos kilos, con cara, pero sacado de tipo y escasito de fuerzas, eso si cumplió ante el jamelgo. Con la muleta lo intentó, pero ya no había toro y lo que no puede ser, no puede ser y además es imposible. No queda otra que darle pasaporte y visado para el otro mundo, dejando una estocada entera arriba; al tomar el de cruceta y por esas cosas del destino, el acero cedió y se rompió, con nuevo descabello logró un contundente golpe y para el arrastre.

El mexicano echó las rodillas en tierra para poner en claro sus intenciones

De regreso al patio de cuadrillas. Silencio para Aguilar y Delgado, cariñosos aplausos de despedida para el mexicano.

Con los garapullos: Saludó montera en mano, Juan Navazo de la cuadrilla de Aguilar, también fue despedido con palmas el picador Oscar Bernal tras una buena actuación en el sexto de la tarde.