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Lo malo de los toros es que dan cornadas. Es el contrapunto de una fiesta que exige el compromiso del torero con su propia obra que le lleva hasta a ofrecer su vida y su integridad física a cambio de culminar su actuación. Radical contradicción entre la rabiosa modernidad que declara el compromiso del artista y el arcaico ofrecimiento de la vida propio de épocas pasadas.
Desde el primer lance se supo a qué venía Fandiño a Las Ventas. No hubo equívoco Por eso lo que más se valora de un torero es su disposición, su decisión a la hora de asumir riesgos en el enfrentamiento con el toro, por eso la técnica es sólo y nada menos que un instrumento para posibilitar que de ese enfrentamiento surja la belleza. Por eso el público acepta emocionado la decisión y rechaza enardecido el toreo sin riesgo, que no entra en el terreno del toro y que se limita a extraerle las embestidas en base al temple sin que exista el embroque.
Fandiño es el torero del momento pues tiene la decisión y la capacidad suficiente para enfrentarse con los toros metiéndose en su terreno, asumiendo el riesgo del toro. Quizá por ello su toreo no brota fluido sino áspero, pues no tiene afinado el temple y no está dotado de una muñeca prodigiosa que le permita rematar los pases, pero por encima de sus posibles defectos que además van siendo menos apreciables cada año, lo que indica una notable capacidad de superación y un compromiso con su profesión, Fandiño tiene el valor de la decisión, el valor propiamente dicho, el que no se expresa en gestos de cara la galería, ni mete miedo al espectador. Tiene el valor suficiente para recitar la verdad del toreo que no es otra que dominar al toro después de darle las ventajas. En una de esas ventajas al entrar a matar, el toro le cogió.
En esa cogida al matar el segundo toro se acabó la emoción en la sorprendente corrida de Parladé, en la que los toros segundo, tercero y cuarto sacaron una casta brava desacostumbrada en los juanpedros, quizá como justificación de la creación de los segundos hierros en las grandes ganaderías, que nunca he entendido sino es como laboratorio de bravura, para que cada uno de los toreros pudiera expresar su capacidad y concepto del toreo.
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