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Me lo decía Yolanda, mi compañera de localidad en el 7 a la muerte del quinto, cuando se concedió la tercera oreja de la tarde y por fin dejó de diluviar y granizar: “Va a haber que dejar de venir porque ésta no es nuestra fiesta, no es lo que nosotros venimos a ver”. Y tenía razón, porque cada una de las tres orejas concedidas (repartidas equitativamente a cada uno de los actuantes de esta tarde) lo fueron como premio a tres faenas falsas e insulsas de toreo moderno, con patita atrás, echándose siempre al toro para fuera, metiendo pico de forma que sólo un cuerno anduviera metido en la pañosa, descargando la suerte, sin ligar debido a los defectuosos remates, lo que obliga a rectificar la posición tras cada pase y matando con estocadas defectuosas... en resumen, DESTOREANDO. A ver eso no venimos los aficionados. Tal vez los claveleros y los isidros sí, pero nosotros venimos a ver otra cosa. Y esa otra cosa requiere toros de lidia, fíjense lo que he dicho, TOROS, no los bichos flojos, sin poder, mansos, descastados, obedientes como perrillos falderos e incapaces de soportar una mínima suerte de varas (esta tarde no se picó), pues al estar al límite de sus fuerzas se les simuló la suerte. Tanto a los murubes de don Fermín como al remiendo torrestrella de Carmen Segovia. Y parte del indocumentado público aún despidió con aplausos a algunos montados. Y alguna voz airada del 7 se levantó para gritar: “Esto es ya como en Sevilla, que os aplauden por no trabajar... qué vergüenza”. Está claro que éste no es nuestro espectáculo, la fiesta que algunos venimos a ver, sino otra cosa muy distinta. Tres orejillas para otra cosa que no se parece a lo que nosotros entendemos La primera orejilla de regalo fue la del tercero, para el manito Diego Silveti, que estuvo variado y despegado con capote y muleta pero perdiendo siempre pasitos. Algunos creemos que se la dieron por sobrevivir a la mayor granizada que haya caído jamás en Las Ventas desde mi niñez, que yo recuerde, hace más de cincuenta años. La petición era insuficiente, máxime cuando los tendidos estaban semidespoblados. El presidente sacó el pañuelo tarde y el tercero de la cuadrilla y el alguacil tuvieron que ir al desolladero a por el apéndice. Tampoco fue lo que veníamos a ver los del 7.
La segunda orejilla cayó en el cuarto, para el francés Juan Bautista, que hizo las delicias de los claveleros e isidros supervivientes, al interpretar el toreo moderno, despegado y triste, bajo el diluvio, ante el menos malo de la tarde, un remiendo de Carmen Segovia al que tampoco se picó para que aguantase la faena sin desplomarse, aunque estuvo a punto de ello varias veces. Tras una estocada muy defectuosa, tampoco hubo petición mayoritaria (como mucho menos de un tercio de los que quedaban). Los del 7 creemos que esto no es lo nuestro. Es otra cosa. La tercera orejilla cayó en el quinto del lado del salmantino Juan del Álamo, cuando ya iba amainando el diluvio y dejamos de ver los rayos y de oir los truenos que parecían anunciar el fin del mundo. Fue tal vez de la terna el que más se esforzó, aunque estuvo en la misma línea de vulgaridad y destoreo que sus colegas. Parte de la gente había regresado a los tendidos y aunque también semivacíos, pero menos, esta vez sí hubo mayoría de pañuelos. No en el 7 pues nosotros pagamos por ver una cosa y nos dan otra diferente. Los otros tres torillos anovillados se quedaron mamolillos aplomados y ya se sabe que “lo que no pué ser no pué ser y además es imposible”, según decía Rafael “El Gallo”. Y ahora viene el factor común de las orejillas, que no es otro que don Ángel Trinidad López-Pastor Expósito, presidente hoy de la corrida y furibundo orejófilo. Llevamos 20 festejos a pie en la temporada y se han cortado sólo 7 orejas. Pues bien, 3 fueron en la goyesca, otra el día del Patrón y las otras 3 hoy ¿Quién presidió estas tres corridas? Bingo, han acertado, don Ángel Trinidad ¿Casualidad? Muchos del 7 creemos que no. Si sigue así va a ser el recordman mundial en dar orejas en Las Ventas. Los del 7 al final de la corrida pensábamos si merece la pena asistir a algo que no es lo que vamos buscando y nos gusta. Pero... ¿y si un día sale un TORO y un TORERO le hace frente y le puede? Por eso seguimos aquí. |
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