En una mañana llena de sol en mi querida ciudad de Quito, llamada con cariño “La carita de Dios”, ubicada en la mitad del mundo, muchos aficionados a la mejor de las fiestas, que tenemos la posibilidad de mirar a través de la pantalla chica las corridas de la feria de San Isidro, hemos disfrutado lo que ocurrió este domingo en la tarde y noche española, cuando pese al frío, al fuerte viento (en los dos primeros toros), a la lluvia, la granizada y al mal estado del ruedo, los tres diestros internacionales (un francés, un español y un mexicano), han  demostrado ante el ojo del mundo taurino que, sin ser figuras consagradas, con voluntad, decisión, valor y profesionalismo, pueden brindar lo que conocen de la tauromaquia y cortar orejas en medio del aplauso de los aficionados que – en igual forma -, han soportado las inclemencias del tiempo.

Así se puso el ruedo, aunque los espadas no le hicieron ascos

Le correspondió al mexicano Diego Silveti, cuando parecía que el cielo  se venía abajo, jugarse la vida para luego cortar una oreja y, ser el verdadero arranque para que sus alternantes, el francés Juan Bautista y el español Juan Del Álamo, no se dejaran ganar la pelea y, por el contrario, sacaron toda su capacidad torera, para cortar también aquella oreja tan codiciada.

Hermosos naturales de Bautista, dibujadas verónicas de Del Álamo y lentos y jaleados delantales de Silveti más, todo aquello que nos brindaron durante la lidia de los seis toros, con excelente actuación de las tres cuadrillas de hombres de plata, permitieron a los aficionados presentes y a quienes estuvimos lejos, físicamente, pero cerca con el corazón, tener mucho de qué hablar y, sobre todo, sentirnos con una tranquilidad que desde el comienzo de este periplo taurino – salvo la corrida de rejones -, no habíamos tenido.

El ganado de Fermín Bohórquez, salvo el último toro, y un toro de Carmen Segovia, permitieron de alguna forma, el éxito de cada uno de los matadores pues, aunque a casi todos se les consintió en la suerte de varas, podemos decir que, colaboraron para que los alternantes, cortarán cada uno, una oreja.

Para Silveti, la alegría no vino solamente con la oreja que cortó y, que permitió que sus compañeros de cartel lo tomaran como el inicio de una sana competencia taurina, sino que significa algo más, cuando luego de la oreja cortada en el año 2.000 por el Zotoluco, es la primera oreja posterior que corta un torero mexicano en Las Ventas de Madrid.