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Este era el comentario final de hoy en el 7 tras el doble fiasco, ganadero y torero. Porque la corrida de hoy, programada por el taurinismo oficial como la quintaesencia de la perfección, con magníficos videos promocionales a cargo del genial director Agustín Díaz Yanes y la propaganda tanto en papel como en el resto de medios audiovisuales, resultó un montaje de los taurinos que quedó vergonzosamente al descubierto. Si querían demostrarnos hoy, a los que cada día en el 7 aseguramos e insistimos en decir que esto está en absoluta decadencia y por su culpa, que se torea mejor que nunca, supongo que tendrán que esconder la cabeza bajo el ala y darnos la razón a nosotros ¿O no? El gran acontecimiento ha dado para vergüenzas Fue una corrida (?) plana, sin ningún destello de esplendor, todo vulgar, aburrido, un quiero y no puedo. Los victorinos no lo parecían, o si no es que están ya en plena cuesta abajo. Mal presentados, diminutos, flojos y descastados (¿Dónde están aquellas alimañas que creaban la emoción del miedo?). Tanto si los eligió el propio ganadero como si dejó que otros lo hicieran por él, fracaso del ganadero. Con eso está todo dicho por esta parte.
En cuanto al matador, triste, plano, sin reacción alguna a lo que se iba precipitando. Sin intentar nada para cambiar aquello. Ni siquiera pedir el sobrero, a ver si sonaba la flauta con un toro distinto. Y que no vengan ahora echando la culpa al viento, pues con Eolos más desatados hemos visto otros resultados mejores muchas veces. Resumen, o se equivocó él o sus mentores, pues quedó demostrado que uno de los paradigmas figurones del toreo moderno no está preparado cuando las cosas se salen ligeramente del guión. Uno de los empresarios de Taurodelta, apoderado por cierto del torero, suponemos que algo de culpa tendrá también en lo de hoy ¿O se piensa ir de rositas, como siempre, echando la culpa al empedrado? Porque eso es lo que seguro va a hacer la crítica taurina. Ya verán ustedes como ninguno de ellos hablará mañana de montaje y buscarán increíbles y hasta exóticas excusas. Sólo en el 7 se comentaba y denunciaba el contubernio. Por eso algunos nos llaman “talibanes”. Allá ellos. Al menos nos dormimos sabiendo que hemos dicho la verdad sin tapujos. Al final, como siempre, los “acaparadores de acontecimientos”, esos pseudoaficionados que no quieren perderse éxitos previamente anunciados, pagando además precios escandalosos en la reventa, al sentirse estafados protestaron ruidosamente (que fue en lo único que coincidieron con los aficionados del 7) y lanzaron almohadillas de decepción hacia el ruedo (en lo que ya no coincidieron con nosotros, claro). Como sigan así los taurinos, con montajes como el de hoy, que por cierto quedan claramente al descubierto, a lo mejor los echan de la plaza y aquéllos ya no vuelven. A nosotros no, porque seguiremos asistiendo cada día con la esperanza de que alguna vez, aunque sea por casualidad (o por error de los taurinos) salga un toro de verdad y un hombre le haga frente con torería. Cada vez esto es más raro y difícil de ver, pero como tenemos el veneno de la afición inoculado, tal vez por eso debamos estar prácticamente inmunes y vacunados a los desafueros y vejaciones de esta gentuza que vive del toro y a la que llamamos taurinos. Si no no se entiende. Claro que somos pocos, ya viejos y nos quedan tan sólo unos cuantos telediarios. Y a ustedes, taurinos, les preguntamos: ¿Y luego qué? ¿El caos? |
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