Llegó por fin el día del patrón y llegó la primera oreja de la feria, para gozo y alborozo de los orejistas recalcitrantes y de los isidros, que entre todos casi llenaban el coso esta tarde. Una oreja como premio al toreo moderno, ése que nos deja indiferentes a muchos aficionados veteranos (o viejos si ustedes quieren, que no nos duelen prendas en eso) porque hemos visto otras cosas más meritorias, emocionantes y diferentes en épocas anteriores. Y es que este toreo moderno que ahora se lleva y del que todos los mandones actuales del escalafón abusan necesita una serie de ventajas, una ausencia de riesgos y un conjunto de lo que otrora se denominaron alivios, es decir varias cosas que van contra la esencia, pureza e historia de la tauromaquia eterna, algo que la mayoría de los actuales cronistas juntaletras y críticos obvian, unos por ignorancia y otros a sabiendas por conveniencia y para mantener su status quo.

Esta tarde, la primera ventaja para los toreros fue el escaso trapío y el anovillado aspecto de los tres primeros toros. En el 7 no se comprendía cómo se podían haber aprobado tales “novilletes” en el reconocimiento mañanero. Muy mal señor Trinidad, presidente de hoy. Así irá usted a favor de la empresa y de los toreros pero en contra de los aficionados que pagamos, de la importancia de la plaza y de la propia tauromaquia eterna. Los tres últimos bicornes al menos aparentaban algo más y parecían toros. Los lotes para el sorteo, pues, como si se hubiesen hecho ya en la finca ¡Qué cosas tienen los taurinos! Mejor dicho ¡qué listillos son! Y la afición a tragar. Añadiremos que en general fueron más que toros de lidia (o de combate, como les llaman en Francia) toretes colaboradores, noblones, mansos, agradables para los toreros, vamos “unas madres” pues perdonaron los errores de éstos y alguno, como el tercero, el de la orejilla, volvió a demostrar que las fundas le habían servido para no saber cornear y sólo empujar con el morro a un Perera caído en el suelo tras haber perdido el equilibrio retrocediendo. Otra ventajilla del toreo moderno. Hay menos cornadas y más morradas que antes. Curioso ¿no? Desde luego, a algunos no nos parece casualidad sino causalidad.

Perera cortó una oreja al segundo pero estuvo, por momentos, mejor con el quinto

Luego Perera hizo una faena casi perfecta de toreo moderno, despidiendo al torete hacia fuera tras cada pase, metiendo pico, retrasando la pierna de salida y arqueando el tronco exageradamente para hacer la alcayata y pasarse los pitones lo más lejos posible del fajín. Como además este diestro es muy alto no vean ustedes a qué distancia se pasaba el “novillo”, que iba y venía, obediente cual perrillo faldero. Eso sí, todo muy ligado, que esto es muy importante hoy día. Al matar a la primera la plaza se inundó de pañuelos, agitados frenéticamente por un público hambriento de trofeos como si hubiese resucitado Belmonte. Esta vez el furibundo orejero del palco estuvo más comedido que otras veces y retrasó el pañuelo y lo dejó allí un rato, para que no le pidiesen la segunda. O ya ha aprendido o le han leído la cartilla y quiere mantener el puesto. En cualquiera de los dos casos, esta vez muy bien por el palco. Así fue la primera orejilla de la feria. El quinto toro era menos obediente. Y para algunos aficionados, Perera incluso estuvo mejor que en el anterior, pero sólo brilló en una tanda y en las manoletinas finales, poco para lo que requiere el toreo moderno. El resto vulgaridad y probaturas. Cuando se fue de la plaza, muchos aficionados del 7 pensamos que había desperdiciado una de las más fáciles ocasiones que jamás tendrá para salir a hombros aquí, con los isidros y los orejeros entregados esta tarde. Pero es un tío serio y le falta lo que a otros compañeros suyos actuales les sobra, eso de conectar con la gente y sonreir a los tendidos... Los viejos que hace años vimos a “El Viti” alegamos que éste no sonreía tampoco y triunfaba casi todas las tardes convenciendo a todos, viejos y nuevos... ¡Ah!, pero hacía el toreo eterno, el de máximo riesgo, no el moderno, el de alivio... ¡Qué distintos ambos!

Hoy confirmó su alternativa, por fin, tras varios intentos fallidos, Ángel Teruel, hijo de uno de los importantes toreros madrileños de años pasados. Estuvo aseado sin más pero no nos dijo nada especial. Su padrino Castella aún estuvo peor, pues ni encontró los terrenos ni las distancias en ninguno de sus dos oponentes. Y eso que le apodera la casa que aportó los toretes.

Digamos para finalizar que la empresa volvió a reirse de todos nosotros, retrasando media hora (aunque anunciando sólo un cuarto de hora) el comienzo para acondicionar el ruedo tras las lluvias caídas, con la complicidad de la Autoridad ¿A que no tienen coj... para ponerle un multón por ello? En el 7 decíamos al final: “Si con dos operarios han tardado media hora, con cuatro habrían tardado un cuarto de hora, con seis sólo diez minutos. Y así sucesivamente... Nos lo enseñaban en primaria. Es aritmética elemental ¿O no? Entonces ¿por qué esta maldita empresa no puso más operarios a la faena?”