Por fin el público de la Plaza México explotó, ya no soportó más el atraco y los intentos de tomada de pelo y reaccionó con insultos tanto para el juez de Plaza Ricardo Balderas como para el empresario Rafael Herrerías ante la ridícula presencia de los toros. En un hecho histórico salieron diez toros por la puerta de toriles, 7 de Julio Delgado, dos de De Santiago y uno de Vistahermosa; se han devuelto cuatro chivitos que fueron cambiados por tres becerros inválidos, sin casta y mansos, y uno que sí pareció toro. Eulalio López Zotoluco con su primero estuvo enorme haciendo quizá su mejor faena en el coso de Insurgentes. Salió inspirado toreando con clase y elegancia y sobretodo gustándose, haciendo una faena llena de sabiduría dando la distancia justa entre pase y pase y las pausas adecuadas entre tanda y tanda para ayudar al inválido animalito. La espada cayó muy trasera y tendida otorgándole el juez benévolamente dos orejas. Con el quinto realizó una faena de distinto corte, ahora sí pegado a tablas se arrimó en serio mostrando poderío para sacarle pases a un animal que rehuía a la pelea. Pinchó en tres ocasiones escuchando dos avisos, aún así, saludó en el tercio merecidamente. Desafortunadamente, parecía que Miguel Espinosa Armillita se retiraba de becerrista y no de Matador de Toros. El que abrió plaza se caía en cada muletazo a pesar de que se le toreó a más de media altura. Falló Miguel en repetidas ocasiones con el acero por lo que escuchó división de opiniones. La faena al cuarto de nombre Tunero, con el que se despidió de la afición capitalina, fue muy corta. Demasiada desconfianza en sus procedimientos. Rescató uno que otro muletazo y nada más. La estocada fue trasera y el presidente le regaló una orejita. Fueron tres los becerros que le devolvieron al corral a Enrique Ponce. A pesar de que el juez Balderas aguantó mucho tiempo para ver si se calmaba la bronca en el tendido, en esta ocasión el público ya no lo permitió, por lo que el Ponce tuvo que lidiar dos reses que no pertenecían a su ganadería predilecta. Enrique Ponce, en la faena a su primero no hubo estructura, sólo dos o tres muletazos con calidad por pitón derecho. La estocada fue caída para saludar benévolamente en el tercio. Con el décimo del festejo, el único que pareció toro, intentó sacar pases por ambos pitones pero la res mansa y rajada se fue a refugiar a tablas. Silencio al término de su labor. Al final del festejo Eulalio López Zotoluco salió en hombros, Miguel Espinosa Armillita escuchó cariñosas palmas y Enrique Ponce fue despedido entre fuertes abucheos. Ante unas 30 mil personas se lidiaron cuatro toros de Julio Delgado (2º bis), uno de De Santiago (3º bis), y uno de Vistahermosa (6º tris, que sustituyó a un sobrero de De Santiago) que no estaba reseñado. Destacó el segundo (bis), los demás mansos y descastados. Los de Julio Delgado inválidos. Miguel Espinosa Armillita, división y oreja; Eulalio López Zotoluco, dos orejas y saludos tras dos avisos; Enrique Ponce, saludos y silencio. El público tiene derecho a exigir, a protestar, a reclamar y ahora sí explotó, no se contuvo más. Si el propósito o la intención de la empresa es acabar con la fiesta en México, me da pena decirlo, pero señor Herrerías, usted lo está logrando. |