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Ya nos vamos recuperando del maratón de toros vivido en el último mes en la plaza de Las Ventas. Sí, ya ha terminado San Isidro. Y lo ha hecho, como casi siempre: sin que haya pasado prácticamente nada. Desgraciadamente esto ya empieza a ser común. Los aficionados madrileños parece que nos hemos acostumbrado a no ver casi nada relevante en la que se supone es la feria más importante del mundo. Pero lo de este año ha sido todavía más lamentable. Al menos, en ediciones anteriores, algún torero había abierto la puerta grande con rotundidad y había protagonizado alguna faena de las que quedan en la memoria, de las que no se olvidan. Otros años, también, lo que ha ocurrido es que había saltado alguna sorpresa. Era ya más o menos normal que San Isidro encumbrase a algún torero más o menos desconocido para el gran público y que en Madrid se reivindicaba y pedía paso con fuerza. Este año, no ha sido así. Es verdad que hemos visto cosas interesantes, pero claro, sólo faltaba que en casi treinta tardes consecutivas de toros no viéramos absolutamente nada. Han fallado muchos toreros, sí, pero también muchas ganaderías. Al ruedo de la monumental madrileña han saltado astados de buen juego, de interesante comportamiento y opciones para los toreros. Pero lo que no se ha lidiado ha sido ni un solo toro completo y bravo en todos los tercios, ni tampoco una corrida completa. Lo más interesante y destacado en el capítulo ganadero lo protagonizaron los hierros de Alcurrucén, Baltasar Ibán y Cuadri. Esas fueron las corridas más completas. En el otro lado, infinidad de encierros mansos, descastados y blandos, que demostraron el preocupante momento que atraviesa la cabaña brava española. En cuanto a los toreros, han destacado muy poquitos. Iván Fandiño, Javier Castaño, Sebastián Castella, Fernando Robleño...apenas se me vienen nombres a la cabeza. En el ciclo Arte y Cultura si sobresalieron otros como Daniel Luque o Alberto Aguilar. Y también tengo que acordarme de dos novilleros: de Gonzalo Caballero y Gómez del Pilar que con su actitud, valor y concepto del toreo, han devuelto la ilusión a los aficionados. En definitiva, un balance muy pobre. De todas formas, lo que más preocupa de la edición de San Isidro de este año, es que este fracaso era previsible. Cuando Taurodelta presentó los carteles del serial, muchos nos echamos las manos a la cabeza y alertamos de que era una de las peores ferias de la Historia, sobre el papel. Al final, lo que ha pasado es que ha sido una de las peores ferias sobre el papel y también en cuanto a lo visto y a los resultados. Además, se han lidiado infinidad de corridas y astados impresentables, anovillados e indignos del primer coso del mundo. Y eso que otros muchos encierros y ejemplares fueron rechazados en los corrales por la mañana. Este baile de corrales ha sido otro de los grandes protagonistas de la última isidrada. Podía haber salido un encierro así, no se habría notado ante tanto manso lidiado Lo peor que puede pasar cuando termina una feria como la de San Isidro y un mes de toros es que tengas que pensar mucho para poder destacar nombres protagonistas. Cuando pensáramos en San Isidro, rápidamente nos deberían venir muchas faenas, matadores, toros y tardes a la cabeza. A mí, al menos, este año no me pasa y esa es la mejor muestra de que esta recién concluida feria de San Isidro no será difícil de olvidar. Sin duda, una mala noticia para la fiesta.
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