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Finalizadas la feria de San Isidro y la del Arte y la Cultura, se han puesto de manifiesto los diez gravísimos problemas que tiene la fiesta y que la Asociación El Toro de Madrid manifestó justamente en cuanto salieron los carteles de ambos ciclos y que vamos a detallar a continuación. 1. La pérdida de casta, de fuerza y de bravura de los toros. La culpa de esto la tienen la mayoría de los ganaderos, que no crian el toro que demandan los aficionados, es decir los que pagamos, sino el que exigen los toreros, para correr menos peligro, perdiendo así la fiesta la emoción del riesgo que debería tener siempre y que es su consustancial esencia. Este año en las dos ferias se ha podido constatar, con la cantidad de toros rechazados los días de las figuras y aprobando muchos impresentables para esta plaza. Casi diariamente ha habido que remendar las corridas y en muy pocos casos se han lidiado completos los hierros anunciados. 2. Eliminación de muchos de los encastes llamados “duros” y dominio del monoencaste. Esto que se ha extendido ya en casi todas las plazas se ha demostrado también en Las Ventas este año, pues ha predominado el monoencaste, salvo los casos de Cuadri, Escolar, Ibán, Alcurrucén, Adolfo y Victorino. E incluso algunos de éstos, por ejemplo los dos últimos, ya no son que lo que fueron antaño. 3. La crisis total de la suerte de varas. Salvo Zotoluco, que nos descubrió al mexicano Nacho Meléndez y Javier Castaño, que dejó lucirse a Tito Sandoval, el resto de los primeros tercios ha sido vergonzoso, simulando la suerte para que los toros no se derrumbasen y en general picando poco y trasero. Además, los días de las figuras esto se ha manifestado de forma más escandalosa, si cabe. 4. La fiesta actualmente es un simulacro de lo que debería ser. La mayoría de los toreros no saben lidiar, sólo dar pases a animalitos descastados, sin hondura y componiendo la figura, sin dominar al toro cuando este existe (pues generalmente sólo es un medio-toro) y destoreando hacia fuera y sin ligar ni cargar la suerte, pues esconden la pierna de salida. Las figuras abusan de esto, aunque algunos les aplaudan por ser quienes son. 5. La ignorancia de la mayoría del público asistente. Esto se ha puesto este año aún más de manifiesto, por lo que las escasas orejillas otorgadas han sido casi todas protestadas por los aficionados y no digamos ya de las dos salidas a hombros consecutivas, que han desprestigiado a Las Ventas, al público triunfalista y orejero y a los presidentes que las concedieron sin mayorías claras. De los retrasos de los mulilleros, ya ni hablamos. 6. La falta de respeto del taurinismo a los aficionados. Se ha puesto de manifiesto especialmente en la elaboración de los pobres carteles, sin rivalidades ni competencias entre las figuras y los toreros emergentes, haciendo oidos sordos a nuestras opiniones y peticiones, cuando llevamos tiempo diciendo que la fiesta necesita una regeneración y volver a sus valores ancestrales. 7. La nefasta politización de la fiesta. Por encima de los intereses monetarios lógicos de la empresa adjudicataria está la vigilancia de la Comunidad de Madrid, que debería defendernos. Este año se ha reducido el canon pagado por la empresa en más de tres mil euros, se ha permitido que ésta nos suba los precios de las entradas en más del doble del IPC y no han contratado a los toreros que más cobran. Todo a favor de la empresa y en contra de los aficionados en tiempos de crisis generalizada ¿Cómo se puede entender esto? Esto muestra que los políticos no han cumplido su obligación, han actuado sólo a favor de la empresa aprobando estos pobres carteles y no han defendido ni a la fiesta ni a los aficionados. Son los culpables de que mucha gente haya dado la espalda a estas dos ferias. Desde el 7 se veían así los tendidos de enfrente. Y eso que había figuras 8. El vacío cada vez más generalizado en las plazas. La falta de interés de los carteles se ha manifestado en que salvo dos o tres días en que se ha puesto el cartel de “no hay billetes”, siempre ha habido grandes claros y en el caso de la segunda feria (que no era obligatoria) se ha llegado incluso sólo a la media entrada o como mucho a un tercio del aforo, cuando en años anteriores el lleno era casi generalizado. Si esto ha pasado en Madrid, no digamos en el resto de plazas. Y esto no es obra de los abolicionistas sino de los propios estamentos taurinos. Deberían reflexionar si no estarán matando la gallina de los huevos de oro.
9. El alejamiento de la fiesta del mundo cultural. Por más que la empresa se inventó el rimbombante nombre de la “Feria del Arte y la Cultura” como continuación de una semana más de toros tras el serial de San Isidro (otro negocio para ella), sustituyendo al ridículo y falso de Aniversario que tenía los años precedentes, la realidad es que aunque se han realizado actos anexos con invitados ilustres hablando para ellos, no es esa la manera de acercar la fiesta al mundo cultural, montando una carpa en el exterior de la plaza, pues el aficionado lo que quiere es hablar de toros, del desarrollo de las corridas al finalizar las mismas. Y tampoco el pasar la fiesta de Interior a Cultura va a solucionar los problemas, pues lo que soterradamente se pretende es eliminar a los policías del palco. Si se han dado las orejillas y “puertas grandes” de este año qué no sería si presidieran los taurinos. 10. Los periodistas taurinos adolecen de servilismo hacia los toreros y empresarios. No hay más que ver los invitados y oir los comentarios de los toreros en las TVs, tanto la de pago como la autonómica, donde según ellos todo es maravilloso, los toros son tremendos y los toreros lo hacen todo perfecto. No hacen crítica ni labor pedagógica para enseñar a los que no saben, sólo adular a los poderes taurinos. Para colmo, los trofeos de Taurodelta de la feria, cuya mayoría deberían haber quedado desiertos, los ha repartido el jurado (compuesto en su mayoría de periodistas y otros personajes aduladores) como los políticos, los carguetes, a dedo y por amistad. Vergonzoso. En resumen, salvo algunos toros sueltos, la oreja de Aguilar, las ganas de Fandiño, las banderillas de Ángel Otero, Luis Carlos Aranda y David Adalid y las varas de Meléndez y Sandoval, el resto de la feria no ha podido ser más mediocre, tirando a malo. Me voy a Céret el mes próximo, a ver si cargo las pilas de mi afición, porque aquí se han vaciado en estas dos nefastas ferias, las peores de la historia de esta plaza. |
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