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08/12/2004
  (Quito-Ecuador) Con toros mansos se cierra la Feria
 
Firma: Maria de Toral
 
     
 

La ultima de feria fue una corrida mansa, sin paliativos; con matices, eso sí, pero mansa, el ganado perteneció a dos ganaderías, Huagrahuasi y a Triana, pero desgraciadamente, no fue garantía, ni evitó el mal juego de los astados.

Alternaban “El Juli”, “El Cid” y el ecuatoriano Guillermo Albán a quién el público esperaba con mucha expectativa, expectativa que las pocas cualidades del ganado, desmoronó.

Continuando con la nueva tradición de confirmar alternativa a los toreros nuevos en la Plaza Quito, la corrida inició con el confirmante Cid que toreó a “Repipi”, del hierro de Triana, que pesó 497 kilos. Un negro listón con pitones que parecían haber sido manipulados, idico y poco fijo, de inicio. Con el capote poco pudimos ver de El Cid, esbozos de un toreo reposado y clásico.

En varas cumple, se encela al final. Inició la faena en el centro del ruedo con tres muy lindos ayudados a pies firmes y cerrando con un buen pase de pecho. Con la derecha le instrumenta dos lindos muletazos pero el toro se vence hacia los adentros, suena la música. Se raja a tablas, embiste con sosería lo que no permite hacer una faena ligada, tras unos pocos muletazos empieza a calamochear clamorosamente, se defiende, siempre acunado en tablas. Una estocada tendida termina con el primero de la tarde. Demostrando su molestia el matador golpea con fuerza la madera del burladero que tiene en frente

El segundo del lote de El Cid fue de Huagrahuasi, se llamó “Limpiador”, un negro de bonitas hechuras pero sin mucho que ofrecer en el capote en el que apenas si logramos ver un par de verónicas. En varas cumple sin más y, luego, una verónica y una media. Inició la faena con evidente gana de triunfo, demostró querer llegarle al público quiteño que, sintiendo su voluntad, se entregó. Comenzó doblándose con el toro, muy torero, muy clásico y luego arrancó con naturales, forza muletazo tras muletazo hasta que el toro le da un puntazo, sin consecuencias. Sería exagerado decir que el animal embestía, más bien arreaba, mirando siempre, El Cid intentó por ambos pitones, trató y luchó; pero la mansedumbre y las malas intenciones que el toro demostraba, le impidieron torear.

Con evidente frustración entró a matar y tras dos pinchazos y un certero espadazo que tiró al toro patas arriba y sin puntilla, terminó su presentación ante el público de Quito, por culpa de los toros, sin pena ni gloria.

“El Juli”, fue el que corrió con más suerte dentro del pésimo ganado presentado, puesto que le tocaron en suerte los menos malos de la tarde.

El primero de “El Juli”, perteneció al hierro de Huagrahuasi, pesó 500 kilos y se llamó “Rondador”, un negro listón que levantó, momentáneamente, las esperanzas de los tendidos cuando entró derrotando en tablas, fijo y rápido de pies. Esa boyantía inicial le permitió a Julián regalarnos un ramillete de hasta seis verónicas rematadas con una preciosa media. Lo llevó al caballo con ajustadísimas chicuelinas al paso, cerrando con una casi serpentina de cartel. En varas el animal se viene abajo, apenas si recibe una puya muy, pero muy justa. Y hasta ahí llegó lo bueno; empezó por dolerse en banderillas.

EL Juli pretendió iniciar faena citándolo de lejos, en los medios pero el animal no embiste, con la muleta en la derecha le propina cuatro muletazos, casi de desprecio y se lo lleva a los medios. Tras un molinete comienza la faena con una segunda tanda corta, con muletazos largos, templados. La tercera tanda es aún mejor, más templada, más ajustada. Pasa a los naturales, pero el toro se defiende, por este pitón, le cuesta una enormidad tragarse la muleta; sin embargo Julián insiste en la mano izquierda, con muletazos que logra exprimir al toro.

Vuelve a la mano derecha para la última tanda y como desplante, tira la muleta, descarándose frente al toro. Cobra un cuarto de estocada desprendida y trasera, necesitó de hasta tres golpes de descabello para terminar con el toro. La faena se diluye, palmas en los tendidos y nada más.

El segundo de su lote perteneció a “Triana”, pesó 538 kilos y tuvo por nombre, “Jabonerito”, un negro listón, cuyos pitones, mostraban síntomas de haber sido manipulados. Un toro complicado de inicio, embestía levantando las manos, defendiéndose, correlón, sin fijeza. A pesar de todo lo dicho, Julián instrumentó unas muy bonitas verónicas y lo llevó al caballo con suavidad, con clase.

En varas el animal se defiende, con la cabeza arriba. Lo prueba con dos ajustadas chicuelinas y una gaonera, cerrando con una preciosa media. Inicia la faena con la mano derecha, una tanda un tanto apuradilla, la segunda fue mejor, más ajustada y cerró con un gran pase de pecho. Más tarde toreó en redondo con la mano derecha muy baja, exigiendo mucho al toro, llevándolo embebido, pero el toro se desploma.

Tres excelentes muletazos más, templados, con mando; que el toro toma, hay que decirlo; con nobleza. Para cerrar la faena da un molinete con ambas rodillas en tierra que, enardece al público y tras tres cuartos de estocada que tiran al toro sin puntilla, lo que vistió a los graderíos de la plaza vestidos de blanco, fue premiado con la oreja del público.

La Banda, es decir los famosos “Trompudos”, iniciaron música para acompañar la vuelta al ruedo, pero el cariño del público de Quito, prácticamente los silenció coreando el tradicional, “Lindo Quito de mi vida”.

Le toca el turno a Guillermo Albán, el primero de su lote fue de Huagrahuasi, se llamó “Cantaclaro”, pesó 528 kilos y fue un negro listón, ligeramente bizco del pitón izquierdo; al que le costó muchísimo saltar al ruedo quiteño.

Albán lo recibió con un racimo de hasta seis verónicas cadenciosas, con las manos muy bajas, muy bien ejecutadas. El toro comienza a aplomarse, lo que no es de extrañar con ese peso y a la altura de Quito. En varas un arreón causó un tumbo espectacular y muchos comentarios sobre la “bravura” del toro en los tendidos.

Lo prueba con dos muy lindas gaoneras y el toro se raja a tablas. Inició la faena de muleta con ambas rodillas en tierra, con la mano derecha; al segundo muletazo, el toro, pierde las manos. El público lo alienta con palmas, una preciosa tanda de hasta cinco muletazos templados, con mando. Intenta el toreo al redondo, pero el toro se defiende a mitad del muletazo, calamocheando, golpeando el estaquillador.

Con la muleta muy en la cara del toro logra una muy buena segunda tanda que supera con la tercera de muletazos, fajados, templados, largos, profundos. Por naturales el toro arrea. Insiste sin embargo en torear con la mano izquierda y logra exprimir dos muletazos más por ese pitón, a puro temple y mando. Tras un molinete vuelve la muleta a la mano derecha y logra dos buenos muletazos, pero al toro le cuesta más y más seguir el engaño, se defiende, calamochea.

Tres manoletinas y el toro se lo lleva por delante, el público está totalmente entregado al valor y afán de triunfo del torero nacional, tanto que, terminó de ver la faena de pie. Pincha sin soltar y tras una estocada caída con derrame incluido, tira al toro sin puntilla, el clamor fue monumental y la autoridad concede una oreja.

El segundo del lote de Guillermo Albán, fue “Golondrino”, de Triana; pesó 510 kilos, fue un negro veleto y corniabierto, una cornamenta realmente impresentable, aún para una corrida de pueblo; altísimo de agujas, en definitiva un toro feo, feo donde los hayan. Un toro que salió al ruedo cansinamente, con una enorme pereza, reculaba ante los capotes con una tan evidente mansedumbre, que el público empezó a pedir el cambio, al grito de “fuera”, “fuera”, antes aún del ingreso de los caballos, pero la Autoridad ciñéndose a la ordenanza a rajatabla, hizo los oídos sordos al clamor del público que, siendo el que paga; debería por lo menos tener derecho al reclamo.

La plaza enardecida pedía el cambio, se vió al Presidente de Plaza consultar por radio y luego, mantenerse en sus trece, sin conceder el cambio tan clamorosamente pedido por “el respetable”, que fue, sin duda irrespetado.

Ante los caballos se arrancaba bien, pero; para rajarse en cuanto sentía la puya y ni ante esa evidencia, cedió la autoridad.

Con la muleta en la mano Albán intenta doblarse con el toro, pero es que, ¡no hay materia prima!. Manteniendo la muleta en la cara del toro logra instrumentar una tanda templada, con la mano muy baja; arriesgando mucho porque el toro calamochea constantemente.

Quizá para intentar congraciarse con el público, el palco ordena música y recibe la repulsa total del público. Poco a poco va metiendo al toro en la muleta, va exprimiendo uno tras otro los muletazos logrando dos tandas más, no diremos que de postín; porque, cuando en el ruedo solo hay torero, la faena no llega a cuajar.

Albán, todo voluntad continúa con la faena, logrando apaciguar, momentáneamente al público, un molinete, otro más con ambas rodillas en tierra y siempre con la mano derecha. Para cerrar la faena, va por manoletinas, pero tras la primera… la corrida casi toma un tinte “porno” porque…, le rasga el traje en muy mal lugar dejándolo desvestido en sus partes intimas. Lo que, como se puede comprender, fue muy incómodo para el matador.

Intentaron parchar el traje pero, la posición del desgarrón lo volvía imposible; entra a matar casi con una mano mientras con la otra intentaba tapar sus partes íntima, pincha dos veces y logra un estocadón final.

De algún lugar consiguen un pantalón y al fin, logra cubrirse. La faena terminó allí, desgraciadamente las fallas con el estoque le alejaron de cualquier premio, premio más que merecido porque hacer faena no solo sin toro, si no lo que es más, contra el toro, tiene mucho mérito, además que la estocada cuando entró, fue fantástica.

¡Mala suerte!, era su último toro en la Feria Quiteña y le salió uno que, mereció el título del “más manso de la temporada 2004”.

 
     
   
     
   
     

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