De todo esto hubo esta tarde. Hoy pudimos comprobar lo que es el miedo de los toreros. No había más que ver la forma de mirar y de moverse a Julito Aparicio. A su primero, titular de Las Ramblas, no quiso ni verlo. También es verdad que el toro era basura. Su segundo parecía gustarle pero, tras una simulada suerte de varas, se desplomó por lo que don Manuel, hoy en el palco, no tuvo más remedio que mandarlo a los corrales. El sobrero de Fraile Mazas lucía una preciosa capa de salpicao pero luego mostró más invalidez que el sustituído. Con éste lo intentó de capote en el primer tercio pero el miedo no le dejaba estar quieto. Y en la muleta, tras unos intentos plenos de desconfianza se lo quitó de encima como pudo entre una monumental bronca. Se lo había brindado a la infanta Elena, que ocupó el palco real y al hacerlo se demostró que él quiso pero luego el miedo no le dejó. Hubo gritos de ¡Fuera, fuera..! de casi toda la plaza. El 7 en estos casos calla y no echa leña al fuego. El miedo es algo natural en un torero. A veces se vence y a veces no.

El destoreo estuvo presente también casi toda la tarde, especialmente con Perera. A su primero ni lo paró con el capote. Llegó a la muleta muerto de pie y él se entretuvo en hacer como que daba pases, alargando absurdamente la pseudofaena. Eso es mentir, algo peor que la renuncia a torear de Aparicio pues éste, al fin y al cabo, no se tapó ni intentó engañar a nadie. A su segundo, posiblemente el que llegó más entero a la muleta, Perera le hizo la típica faena moderna de destoreo, echándoselo fuera siempre, toreando al hilo y metiendo pico y terminó con un arrimón en la zona ciega del descastado toro, ante el delirio de la mayoría de papanatas orejistas e ignorantes que cada día desgraciadamente son más mayoritarios en esta plaza. Y decimos descastado porque no se puede estar en la oreja de un toro con casta porque no te lo permite y te manda por los aires. Y menos mal que falló a espadas porque si no le hubiesen orejeado. En resumen, se puede decir que su paso por esta feria ha sido decepcionante.  

El Fandi no estuvo certero como siempre en banderillas, cosa habitual en Madrid

También destoreó El Fandi a sus dos toros con la muleta. Pero en su punto fuerte, las banderillas, estuvo efectista, con muchas carreritas, aunque clavando siempre a toro pasado, tomándose todas las ventajas que le permiten sus portentosas facultades físicas. Además, en Madrid casi siempre tiene mala suerte (deben ser los nervios por la exigencia) y falla más que en toda la temporada en el resto de plazas, algo que le pasó con su segundo toro, donde un palo de su primer par se metió medio metro en el agujero de la puya y tras intentar sacarlo infructuosamente hubo de hacer hasta cinco intentos para dejar seis rehiletes puestos. También aquí hubo gritos de ¡Fuera, fuera..! pero sólo en el 7. Sobre todo porque los aficionados nos acordábamos de los dos monumentales pares que había puesto Otero Chico al primero de la tarde, dejando el listón inalcanzable para el granadino. Aprenda y tome nota de este subalterno, señor Fandila, para saber cómo se deben poner las banderillas y le aplaudiremos. Pero el numerito que usted hace no. Eso a los turistas. Los momentos más toreros que tuvo El Fandi en toda la tarde fueron los lances de recibo al segundo, lentos y bien rematados y luego el detalle de sentarse en el estribo de la barrera para no molestar mientras Perera hacía un quite al tercero. Nos recordó a las antiguas estampas de La Lidia.

También hubo un espontáneo que saltó al ruedo desde los terrenos del 5, justo cuando se devolvió el cuarto de la tarde, pero no pudo nunca llegar al toro porque estaba lejos y le atraparon las cuadrillas antes. Fue como un “flash” de tiempos pasados. A lo mejor con la crisis se multiplican estos casos. Habrá que estar atentos.

Y por último, la sorpresa. Una vez arrastrado el último toro de la tarde y cuando pensábamos que Aparicio iba a pedir permiso para abandonar el ruedo, lo que hizo fue pedir a sus compañeros de terna que le cortasen la coleta. Otro detalle de torería de alguien que ha comprendido que así no podía seguir más. Dignidad se llama esa figura.

En resumen, los del 7 decían al final que había sido una tarde variada, con muchas cosas que comentar. Toros bien presentados pero mansos, descastados y en el límite de sus fuerzas, al no ser prácticamente picados. Y menos mal que fueron más nobles (bobalicones) y buenos que sor Gertrudis. Si no que se lo pregunten a Joselito Gutiérrez, que prácticamente estuvo cogido al banderillear al sexto y éste le perdonó la vida. Ni un derrote le tiró teniéndole a su alcance. Estos son los toros que quieren los taurinos. Y los que pueden exigir los del G-10. Hoy había dos espadas de esta cofradía. Esperemos que a partir del jueves haya emoción con Escolares, Cuadris y Adolfos.