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El toreo es como la vida, hay alegrías, decepciones, vida, muerte, indiferencia, arte, vulgaridad, sensibilidad y todo con lo que un ser humano pueda encontrarse en la vida. Quizás eso es lo que la hace tan grande. Hoy estás arriba y mañana puede que ya ni estés. El bochorno se transforma en gloria, la bronca en triunfo y a veces el triunfo en tragedia. Pero también pasa que a la indignación la puede echar fuera la admiración; y eso puede ocurrir en unos pocos segundos, ni tan siquiera llega al minuto.
Julio Aparicio deja los alamares Un tarde para olvidar ha dejado un minuto, menos de un minuto, para la historia. de repente toda una tarde pega un vuelco inesperado y con un gesto se conmueve todo aquel que siente y sabe lo que significan ciertos ritos en el toreo. Nada importa lo pasado, si se ha ido un toro sin torear, si aquel puyazo o aquel par de banderillas, la estocada, las verónicas, nada vale ya. Después de una tarde nefasta y otra más que no la ha hecho olvidar, más bien todo lo contrario, cuando unos se disponían a abroncar, otros a observar y los más salvajes a lanzar almohadillas a Julio Aparicio, éste ha salido hacia el tercio, ha pedido unas tijeras a su mozo de espada, ha hecho que las tomara David Fandila, ha agachado levemente la cabeza y ha pedido que le corten la coleta. Que sencillo, unas tijeras, un mechón de pelo y un añadido artificial que son las que soportan y manifiestan la dignidad de ser torero. El privilegio de poder vestir de luces y enfrentarse al toro desde que amanece la primavera hasta que el otoño trae sus primeros fríos, pero siendo siempre torero, porque torero se es siempre, con coleta o sin ella, no existe el término ex –torero, porque el que un día recibió los trastos de sus maestros, los puede guardar, esconder, enseñar a los amigos o regalárselos a un admirador o a un nuevo valor, pero nunca dejará de ser matador de toros. Y Julio Aparicio, el mismo que una tarde toreó como la mayoría no pueden ni soñar, el que después de cortar dos orejas a un toro rompió a llorar como un niño, hoy ha sido el primer en saber que el 29 de mayo de 2012 había sido su última tarde de luces. Ha demostrado que a pesar de los que algunos pensaban tiene vergüenza torera, siente como un torero y es un torero. Que poco importa si El Fandi ha estado vulgar y festivalero, si Perera todavía ha llevado el límite de la vulgaridad más lejos aún, emparejado con el del aburrimiento, tozudez, ignorancia y soberbia. Todo daba igual, ellos dos solo podían abrir mucho los ojos y comprender qué es la grandeza del toreo.
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