|
Los aficionados nos vamos acostumbrando a las tardes de tedio y aburrimiento que están siendo las principales protagonistas de esta Feria de San Isidro. Pero, los que acudimos todos los días a la plaza tenemos señalados los días de las novilladas como aquellos en los que pueden pasar cosas distintas, en los que seguro no nos vamos a aburrir. ¿Y esto por qué pasa? Por la sencilla razón de que siempre los novilleros han traído un soplo de aire fresco, de valor sin límites que ha encandilado al público de Las Ventas y del resto de cosos taurinos. Los novilleros de antaño eran imprecisos, no tenían la técnica ni el oficio aprendido, pero lo suplían con su actitud, su valor, su personalidad… en definitiva, con sus ganas de ser toreros. Pero el tiempo ha pasado y los tiempos han cambiado y, desgraciadamente, también han cambiado las cosas en el escalafón novilleril. Muchos dicen que las escuelas taurinas han hecho mucho bien a la fiesta y que han aportado grandes cosas, pero yo no estoy de acuerdo. Desde que las escuelas taurinas monopolizan el escalafón menor al haber formado a la mayor parte de los chavales que en él se encuentran, hemos visto una progresiva decadencia en este sector. Ahora parece que todos los novilleros son iguales, que están cortados por el mismo patrón y que no tienen personalidad. Pero lo que es más grave es que ahora se presentan en las plazas como si fueran figuras del toreo (en todos los sentidos). Antes casi de empezar a torear, ya saben perfectamente citar con el pico, escupir hacia el exterior las embestidas de los animales, torear con la pierna retrasada… es decir, todos los trucos habidos y por haber. Los apasionados de la fiesta acudimos a las plazas ansiosos de sabia nueva, de chavales que nos emocionen y sorprendan. En definitiva, queremos ver el futuro de este espectáculo, a los que en unos años serán los matadores que ocupen los primeros peldaños del escalafón e, incluso, lleguen a ser figuras del toreo. Pero la realidad es bien distinta y ahora para ver a algún chaval que de verdad te despierte el interés, tienes que ver a doscientos que no te dicen nada. Se ha perdido esa actitud, esa frescura, ese salir a dejarse matar si hace falta… se ha perdido lo que siempre se ha llamado “estar en novillero”. La novillada de hoy ha sido una muestra más de esta realidad y de cómo se pueden ir con las orejas intactas novillos de triunfo en la primera plaza del mundo. En Madrid no se puede entrar ni triunfar con un toreo basado en las ventajas y en el que parece que la pureza y la verdad no existen. Así acababa la tarde en la que los novilleros se fueron de vacío Al menos, a los aficionados nos quedan un par de esperanzas, dos novilleros que sí han dado el paso al frente esta temporada: Román, en Valencia; y Gonzalo Caballero, en Sevilla y Madrid. Además, el lunes que viene tendrá lugar la tercera y última novillada de la isidrada de este año. Esperemos que ese día podamos contar que el toreo tiene futuro.
|
|