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Se está haciendo muy común esta feria eso de que al público, al aficionado que es el que paga, se le de gato por liebre. La corrida de Núñez del Cuvillo lidiada esta tarde es una muestra más de esta realidad. Muchos nos temíamos que con la nueva Taurodelta bajara muchísimo el nivel de presentación de los toros lidiados. Pero claro, la realidad está superando a las previsiones que hacíamos los mas "agoreros". Día a día de los corrales de Las Ventas, saltan astados sin trapío alguno que no son dignos de la que se supone es la primera plaza del mundo. A los bailes de corrales matutinos se suman ya por la tarde las intensas protestas ante la salida de algunos ejemplares completamente anovillados. Pero es que, ¿cómo se puede aprobar el tercero o sexto de esta tarde? Yo aún sigo preguntándomelo. Y si eso es lo que se aprueba, mejor no imaginar lo que se manda de vuelta al campo. Tercero de la tarde. Un modelo de trapío en Las Ventas Ya llevamos muchos días de feria (más de la mitad) y esto, en vez de despegar, cada día aterriza más. Y el principal problema, el factor que está provocando estos paupérrimos resultados es el toro, ni más ni menos. Y es que cuando la materia prima, la base del espectáculo falla, ya pueden estar bien los de luces y el público a favor, que no se llega nunca al triunfo ni la emoción. Está claro que la fachada no lo es todo. Es más, lo más importante es el interior. Desgraciadamente el comportamiento de los animales lidiados hasta ahora no mejora su terciada presencia. Por supuesto, de la quema se salva la corrida de Alcurrucén (un oasis en el desierto) y algún toro suelto.
La paciencia es lo último que se pierde y muchos confiamos aún en que puede cambiar el signo de la feria y que queden por delante algunas tardes de emoción e interés. El tiempo es inmejorable, las entradas registradas (teniendo en cuenta los flojísimos carteles) también, así que ahora solo falta que dejen de darnos gato por liebre. |
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