Hoy por fin se ha lidiado una corrida completa de la ganadería anunciada de Alcurrucén, sin remiendos y sin sobreros pero no por eso ha mejorado la cosa. Porque aunque los toros estuvieron muy bien presentados, tuvieron algo de casta y lucieron ofensivas cornamentas, la realidad es que su mansedumbre fue tan evidente que prácticamente hizo que todo el espectáculo quedase sometido a tal condición. Menos mal que la casta que apareció a veces hizo que la corrida, aunque no buena, resultase al menos entretenida. Los toros eran lo que se denomina como bravucones, es decir que acudían con bríos y galopando a la llamada de los picadores como si fuesen bravos pero, en cuanto sentían el hierro, salían de estampía, sueltos y escapando. Hoy, por tanto, se puede decir que no se picó. Esto hizo que ninguno llegase a la muleta moribundo, como suele ocurrir la mayoría de las tardes, e incluso algunos salieron respondones, como los del lote de Fandiño, aunque éste casi siempre se los suele dejar bastante crudos, para que no se le paren. Claro que él no es del G-10.

El Cid se ha instalado últimamente en la comodidad (y vulgaridad) y eso en Madrid no se perdona. Hoy sorteó los dos toros más potables del encierro y no dejó de dudar, de corregir posiciones, de evidenciar precauciones e incluso miedos. Ha perdido su capacidad de dominio, su poderosísima mano izquierda de antes ya no alarga los muletazos...ni los remata, con lo que no puede ligar las series como antaño. Y aunque las comparaciones son odiosas, la afición venteña y especialmente el 7 no puede dejar de hacerlo y de pensar en cómo era cuando le encumbró y ve ahora que lo que hace es destorear, es decir, hacer el toreo moderno, el de la mayoría de pegapases, escondiendo la pierna de salida y sin cargar nunca la suerte. El idilio se ha roto y lo que es peor, tal como está creemos que debería replantearse su futuro. No debe echar más borrones en su brillante hoja de servicios.

Cambiado por la espalda de Perera, quieto el primero, luego hubo que rectificar

Perera, un perfecto ejecutante del toreo moderno, ése que nunca manda sobre el medio-toro porque éste no lo necesita pues, como un perrillo amaestrado, va y viene obediente, no llegó a dominar nunca a ninguno de sus oponentes. Su primero tenía pies, ya que tampoco fue picado. Sólo brilló en un quite por gaoneras de réplica a Fandiño pero luego con la muleta nunca llegó a dominarlo, dejando que la casta del burel terminase por imponerse. En su segundo, el comienzo de faena, con los pases cambiados en el platillo arrancándose el toro galopando desde tablas, hizo concebir esperanzas. Pero luego se lo llevó bajo los terrenos de los isidros (los aplaudidores tendidos 4, 5 y 6) y mientras éstos le jaleaban clamorosamente el destoreo de sus medios-pases (de los que el astado salía distraído y buscando una salida) el 7 lo protestaba con palmas de tango y el resto de la plaza (sin saber, querer ni entender por qué) asistía a distancia a la reyerta. Menos mal que pinchó Perera y luego recetó un bajonazo porque si llega a acertar con los aceros allí podía haber ardido Troya.   

Fandiño, que ocupaba hoy el lugar de Castella por la cogida de éste, era esperado en el foro como “la gran esperanza blanca”, al ser el nuevo consentido de la afición venteña y poder medirse por vez primera con dos famosos del G-10. Y en su primero, el más encastado de todos y casi sin picar, estuvo a punto de triunfar a base de tragar desde el inicio las descompuestas embestidas por el pitón derecho en dos series de muletazos que emocionaron a la plaza. Al cambiar de pitón no terminó de acoplarse ni coger la distancia, el toro le tocaba la muleta en los remates, hubo enganchones y tuvo que volver al derecho para terminar con unas escalofriantes bernardinas que volvieron a calentar los tendidos. Se tiró a matar con rectitud pero pinchó arriba y en el segundo viaje acertó con una trasera, tendida y atravesada que retardó la caída del burel, sonando un aviso. Hubo petición minoritaria y cuando iba a iniciar la vuelta, algunas protestas le hicieron desistir. “Por menos se han dado orejas y vueltas aquí”, decían algunos. Su otro toro todavía fue menos picado y llegó aún más descompuesto a la muleta del de Orduña, revolviéndose y rebañando en cada pase y obligándole a rectificar la posición para evitar la cogida. Aquí, sin duda, el vasco no pudo con las dicultades y todo quedó en desilusión. A pesar de ello se le espera con interés el día que venga con los “adolfos”. Tiene ganas, ambición, nunca se esconde y está todavía “canino” y con posibilidad de aprender y mejorar. Prosigue el idilio con la afición venteña, a pesar de que hoy sorteó el peor lote, pero su voluntad quedó patente. Un enamorado perdona casi todo menos la infidelidad y mientras Fandiño siga fiel a sus principios será querido por Las Ventas.  

Los del 7 decían al salir de la plaza que los dos del G-10 habían dado lecciones de destoreo, mientras que el que no era del G-10 había estado digno, lo menos que se puede pedir a quien se invita a una reunión con gente importante.