Hoy se habían anunciado cuatro toros de Bañuelos y dos de Couto de Fornilhos; al final se corrieron dos de Bañuelos, uno de Couto de Fornilhos, y como sobreros uno de Aurelio Hernández (2º bis), otro de Carmen Segovia (3º bis) y por último uno de Domínguez Camacho (6º). Resultando una imagen de desecho de corrida.

Lana Virgen fue corrido en cuarto lugar por Zotoluco y ha hecho una esplendida suerte de varas, arrancándose de largo y empujando con poder; en la segunda entrada derribó y tomó un tercer puyazo poniendo la plaza en píe. Poco más vimos a lo largo de la tarde en cuanto al comportamiento de los astados, de los toreros mi compañero Jorge Guevara en su crónica les pondrá al dedillo de lo ocurrido; además de los demás componetes del Especial San Isidro.

Emotivo tercio de varas nos ofreció 'Lana Virgen'

Lana Virgen era negro listón chorreao, largo, veleto y astifino. Tras el buen primer tercio se dolió en banderillas, pero fue noble ante los rehileteros. En la muleta se vino pronto abajo, tras unas cuantas tandas a izquierdas –a derechas no cedió- geniudas, se puso áspero y tiró derrotes. La bravura debió dejársela en el montado. Antes Zotoluco había lidiado otro toro de Bañuelos, ha sido el único espada que ha lidiado los toros anunciados en el cartel titular. Fullero fue el primero de la tarde, abierto de cuerna y falto de remate por detrás. No humilló en el saludo, salió suelto y buscó tablas. Nada brillante fue el tercio de varas, que tras empujar con el diestro arriba en la primera entrada, salió coceando de la segunda. En banderillas miró al cielo. Achuchó al torero mejicano por su pitón maestro, el derecho, el mismo con el que empujó en varas. Fue más claro por el izquierdo pero le faltó humillar. Fue correoso, la falta de bravura no le dejó entregarse.

El segundo de la tarde fue devuelto. Había salido descoordinado de chiqueros y en un quite de Morenito de Aranda se derrumbó. Saltó Chistoso, de Aurelio Hernández, un toro serio y cuajado, basto, que lucía capa negra. El saludo fue casi acrobático, no pasó, y cada arrancada estuvo adornada por un salto de las cuatro patas por el aire. Aprovechándose de sus casi 600 kilos volteó al caballo como una pluma en la primera entrada, era una mole; en la segunda se empleó y salió dormido. Había manseado en banderillas y fue a más en el último tercio. Cabeceó por el lado zurdo y por el derecho se puso tobillero. Además de manso y encastado, el haber pernoctado en corrales aumentó su malauva, fue difícil y peligroso; duro de pelar. A Urdiales le han tocado hoy dos toros sin posibilidades, el lidiado, Chistoso, de poco chiste, y Andaluz de Couto de Fornilhos, corrido en quinto lugar. Agradable de cara pero descomunal de corpulencia; 658 kilos dicen que dio en la báscula. Soseó de salida, se enceló en la primera entrada y en la segunda casi no le picaron. En banderillas siguió noblote sin decir nada; y así llegó al último tercio, anodino, soso por ambos. Nada pudo sacar el torero arnedano de un toro manso descastado, noble e insípido.

A Morenito de Aranda se le murió, o le faltó poco, en el ruedo Lituano... ¡Vaya imagen! Debe haber aclaraciones de este derrumbamiento súbito. Le sustituyó Sargento de Carmen Segovia, playero, feo, con cara de viejo, algo silleto, y que fue a la postre el que mejor juego dio. Que inició remiso y fue claro después en la capa de Morenito de Aranda. Cabeceó en la primera entrada al caballo y asqueó después. Fue dulce en la brega y fácil en banderillas. En la muleta, aunque tuvo claridad por los dos pitones, le faltó fuerzas y un punto de casta para acompañar su bondad; resultó soso y manejable. La tarde la iba a cerrar Embaixador de Couto de Fornilhos, pero fue devuelto por flojo y le sustituyó un toro de Domínguez Camacho que fue pitado de salida por su báscula, quizás también por su lámina cortejana. Pero serio, que enseñaba dos leños por delante y había cumplido los cinco años y seis hierbas. También hizo una buena pelea en varas, le dieron de lo lindo tapándole la salida en ambas entradas de las que salió con pies. Había embestido con claridad en el saludo, se dolió en el primer par de garapullos y galopó en los siguientes. A la muleta llegó con genio de manso encastado, la casta se le fue al cuello en vez de a los riñones y cabeceó en exceso por el pitón derecho. No se sintió podido y los defectos fueron a más. El zurdo no lo vimos.

De nuevo no ha lucido la bravura en Las Ventas. Nos hemos tragado un ripio de corrida, una escalera en presentación y un nuevo derroche de mansedumbre; en el recuerdo sólo nos queda el tercio el varas del cuarto de la tarde, Lana Virgen de Bañuelos. 

Hasta mañana.