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Imaginemos cualquier domingo del año en esta plaza, tres toreros desarrapados, una taquilla de un cuarto de plaza y sin televisión de por medio; e imaginemos la situación climatológica y el estado del ruedo que había hoy. ¿Se habría suspendido?... ¿Debió empezar el festejo con la salida de 'Cipolino'? La corrida que ha estado muy bien presentada y cinco animales con edad de toros –cinqueños- ha sido mansa en general, de poca casta y dura de pelar. El Fundi ha pechado con el lote más correoso. Su primero de nombre Cipolino, negro, bragao, meano corrido, pelaje típico de villamartas, mostró poca entrega desde la salida. Aunque metió riñones en varas, empujó con un sólo pitón. En banderillas se mostró quedado y en la muleta todo lo que hizo fue desarrollar sentido: avisó por ambos y se puso difícil de lidiar con un comportamiento manso descastado y complicado.
Contable fue el cuarto de la tarde, que salió encogido y humillado. La cuerna coronada le daba estampa de toro antiguo. Chato de cara y morrillo prominente. No se entregó en el capote de Fundi, salió suelto. En banderillas no fue dificultoso; avisó por el izquierdo al matador y fue sacando malauva a medida que se desarrollaba la faena de muleta. Guardó fuerzas y en la suerte suprema se puso complicado y muy desapacible –más que la tarde-, tanto, que se fue vivo al corral aguando la despedida de Fundi en su plaza después de apurarle en varias ocasiones. Uceda Leal se las vio con Barba-fino en primer lugar, un toro negro, de poco cuello, mucha corpulencia y romana. En este segundo diluviaba y volvíamos a preguntarnos por qué se estaba dando la corrida. Se volvió contrario en el saludo. Poca casta mostró en varas quedándose dormido sin empujar. No se entregó en ningún tercio: frenado en banderillas y sin entrega en la muleta. Otro manso sin casta. El quinto respondía a Trombón, era negro, bien armado pero de poco cuello. Éste saltó corretón, se entregó en el capote y albergó esperanzas. Se durmió en el peto en la primera entrada y anodina fue su segunda. Soseó en la brega, después desarrolló y sacó pies. Siempre embistió en huida hacia delante buscando los adentros en las primeras tandas. Para arreglar defectos se puso gazapón y luego se tapó la muerte este manso descastado que se había rajado en la segunda tanda. Rubén Pinar lidió primero a Pájaro, un toro lomirecto, más fino de cabos que sus hermanos pero bien presentado también. No pasó e hizo hilo a Pinar en el saludo. Fue soso y se durmió en varas; se dejó picar. En banderillas sacó pies como su hermano anterior. En la muleta fue otro cantar, maleó, embistió con la cara alta, sin humillar y mironcete. Siempre embistió a su aire, al estaquillador; aunque repitió tuvo poca entrega; soso y deslucido en conjunto. Felpe-viejo cerró la tarde pesada y fría. 660 kilos pesó el bicho, con cuajo, todo un torazo. Tuvo un buen comportamiento en varas empujando por derecho y metiendo riñones. No humilló en banderillas y buscó por el izquierdo. Con poca entrega llegó a la muleta embistiendo con la cara alta y punteando; buscó el bulto en varias ocasiones por el diestro tras desarrollar y nos pareció imposible por el otro pitón. Al terminar la corrida nos seguíamos preguntando por qué se había dado... Sin llegar a conclusiones claras volvíamos a hacernos preguntas: ¿La autoridad no debe velar por la seguridad de los participantes en el espectáculo? ¿Y por los derechos de los espectadores? Los primeros han decidido voluntariamente –aunque ahora se estén haciendo la misma pregunta que nosotros, al menos Fundi-, pero los segundos se han tragado una tarde de agua y ranas en vez de sol y moscas que es lo tradicional. A la conclusión final que llegamos, es que nos parece que el papel de la autoridad en la fiesta hoy en día, es sólo el de figurantes, y en lo único que tienen potestad es a la hora de sacar el pañuelo blanco y a petición del publico. Hasta mañana. |
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