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Los hubo de todos los colores, hasta un sardo. Pero ni con estos zapatitos, de preciosa y variada estampa y ofensivas caras que fueron los de Torrestrella fueron capaces hoy los toreros de levantar la feria. Cierto es que el diluvio con el que comenzó la corrida puede que aguara las esperanzas de algunos, pero aparte de la sosería, debilidad y sobre todo la falta de casta de los toretes (bajitos, muy bajitos, hermosos, muy hermosos y nobles, muy nobles o sea bobos) nadie fue capaz de poner la plaza boca abajo. Los preciosos animalitos daban lástima, al ver su comportamiento sin emoción alguna. Hoy no eran medio-toros sino cuarto-y-mitad de toros, criados así a propósito, para que los toreros triunfen en la mayoría de plazas...excepto en Las Ventas, claro. Aquí se necesita el toro-toro para triunfar. O eso aún creemos los del 7. El único que lo intentó fue Matías Tejela, hoy con más ganas que otras veces, que llegó a calentar a los isidros, aunque ciertamente sólo a éstos, pues otros le afearon su toreo moderno, despegado y descargando la suerte siempre. Los isidros llegarían incluso, tras una buena estocada a su primero, a pedir la oreja. Menos mal que esta tarde, don Julio, el dadivoso del palco, no se la dió. Y allá que fue la vuelta al ruedo el único premio de la tarde. En el otro toro, decepcionado, creemos que por haber dejado escapar el triunfo que le brindó su primero, volvió a ser el Tejela que todos conocemos, apático y abúlico.
Preciosos 'torrestrellas' con los que los toreros no lograron una buena tarde El resto de la tarde, una vez que cesó la lluvia, fue la demostración de que “El Payo”, ese manito que tanto gustó aquí de novillero y que ha sido muy castigado por los toros, ha perdido la ilusión y así no se puede venir a Madrid. Decían los toreros antiguos que la torería se pierde por las cornadas y por la bragueta. Parece que en este caso ha sido sólo por la primera causa. Lo peor, la desilusión de los numerosos partidarios que han venido desde México para apoyarles, a él y todo el resto de toreros aztecas que van a actuar en esta feria. Y la decepción también es de todos a los que nos había ilusionado anteriormente. “El Payo” estuvo hoy siempre a la defensiva y muy medroso. Y así no.
Y de Juan Bautista sólo diremos que hizo el paseíllo con un horrible vestido color plomo y plomiza fue toda su actuación. Dió la sensación de estar pensando en la retirada. Por lo menos, a muchos nos lo pareció.
Al final, los isidros orejeros, al no haber conseguido lo que ellos buscaban, es decir orejas, llenaron el ruedo de almohadillas. Esta costumbre que se está volviendo a poner de moda puede repetirse más veces hasta llegar a hacerse habitual, vistos los “éxitos” que la empresa está consiguiendo con los carteles basura de cada tarde. Sí, ésos que nos vendieron como los mejores que podían hacerse. Y una reflexión final: un aficionado nunca lanzará una almohadilla pero los espectadores ocasionales de aluvión decepcionados y que casi llenan la plaza se ve que son felices desahogándose así. Aunque los verdaderos culpables y la causa de ello sean los taurinos, por dejar que todo vaya cuesta abajo. |
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