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Toda la vida pidiendo que el toro se mueva, que sea noble, que vaya y venga y cuando nos salen seis toros que en mayor o menor medida cumplen estos requisitos, nos dejamos inundar por la vulgaridad, la apatía, la sosería y el trapacerismo. Los de Torrestrella no es que hayan sido un prodigio de casta y bravura, ni muchos menos, pero se les podía torear, eso sí desde el primer pase, no a partir de la cuarta tanda; ahí ya no llegaban, se paraban o sacaban la bandera blanca en señal de rendición. Pero los espadas no estaban para pensar en las condiciones de sus toros y solo querían soltarnos su repertorio, viniera o no viniera a cuento. Juan Bautista con su toreo soso, aburrido y sin pizca de torería, apelotonando pases de uno en uno y sin mandar en ninguno. Matías Tejela voluntarioso, queriendo mostrar variedad, pero sin la calidad, dominio y temple que pedía su buen primero. El Payo estaba anunciado, pero serán cosas del avión, del cambio de horario, no ha estado, no se le ha visto aparecer por el ruedo de Madrid, otra vez será.
Zamorano en un buen tercio de banderillas Hubo momentos en que algún picador quiso gustarse, aunque no lo lograra, algunos pares de banderillas, unas verónicas aceptables de Matías Tejela, pero lo más sentido y lo que ha hecho despertar al tendido ha sido, aparte de las tormentas, José Manuel Zamorano, que ha interpretado un buen tercio de banderillas en el quinto de la tarde, dejándose ver y metiendo muy bien las manos cuadrando en la cara del toro. Lo hizo en ambos pares, demostrando su entrega y compromiso. Fue en un toro que ya en el caballo apretó más a contraquerencia que a favor de ella, que seguía bien los engaños, pero al que había que templar y medir, que es lo que hizo el banderillero en este tercio. No es que vaya a pedir yo que todas las tardes sean como la de hoy, en cuanto al aspecto ganadero, pero ya me gustaría que estos días fueran los peores de una feria tan larga y aburrida. Hasta el Santo Patrón ha hecho a su pueblo el regalo de la lluvia, aunque los habitantes de los tendidos lo verán más como una condena que como un don divino. Chaparrones a cántaros, pedrisco y lluvias intermitentes, pero ¿qué queremos? Estamos en San Isidro y en Madrid en estas fechas, ya se sabe. |
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