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Mes de mayo, el mes de las flores, el buen tiempo y el sol ya tomando fuerza, buenas amistades con quien mantener una charla animada, ¿qué más se puede pedir para pasar una buena tarde? Pues depende. Si estás en un parque, con tu césped, tu sombrita y unos bancos, pues la guinda será una buena merienda. Pero si cambiamos el parque por una plaza de toros, la de Las Ventas, por poner una al azar, entonces ni la merienda lo arregla. Ya pueden ser ricos canapés, jugosa tortilla o pastelitos de hojaldre, que si por medio andan los toros de don Fermín Bohórquez, la reunión parecerá la sala de espera para hacer curas de sueño. ¡Qué sopor niño! Tú que estás tan feliz, que ves salir al torete y es dar los primeros pasos y los consiguientes tropezones y ya entras en plena depresión. Esto no lo arregla ni todo el gremio de psicólogos, psiquiatras y médicos naturistas de la Tele Tienda. Un cartel que bueno, no era el más indicado para llamar a los revisteros a acudir a la plaza, los de Bohórquez por los de Manolo González, Miguel Abellán, Arturo Saldívar y Víctor Barrio. Y aquí el candidato a optimista del año que se pone como todas las tardes, dispuesto a rescatar un momento que le inspire y que le haga sentir la necesidad de dibujarlo. ¡Váyase usted por ahí hombre! Si es más fácil recitar de corrido los gobiernos de Grecia e Italia de un año a esta parte, acompañados de los planes económicos para no ser rescatados. Si es que uno se pone a dibujar un intento de natural y el toro está tan parado que está posando para uno. Y luego vas tú y dices eso de “vamos a darle sensación de movimiento”. Si es que parece que me han dado una pedrada en la coronilla.
Matar recibiendo, una buena costumbre Pero bueno, hay veces que a uno le ayuda su Ángel de la Guarda y de repente salta la chispa, una chispa nada más, que tampoco hay que pedir imposibles. Y si alguien me dice antes de empezar la corrida cuál iba a ser el dibujo de hoy, directamente le endoso un ansiolítico. Nunca imagine que Miguel Abellán iba a plantarse delante del toro con la muleta recogida y la espada montada, citando al toro a recibir. Pero así ha sido, y no con mal estilo, ni mucho menos. Con toda la decisión del mundo, después de una faena larga, lineal y aburrida, ha citado al toro y ha esperado y aguantado su arrancada, le ha metido en la muleta y ha dejado una estocada entera en el hoyo de las agujas. Hábilmente y con mucha facilidad ha enterrado el acero en el primero de la tarde. La sorpresa ha sido grande, primero por decidirse por esa opción y segundo por la buena ejecución de una suerte harto complicada. Estas son las cosas que merecen ponerse de moda y que deseamos que calen en los jóvenes toreros, para que poco a poco vaya siendo más frecuente la práctica de matar recibiendo. Arturo Saldívar podría haberse ganado el ser dibujado, pues ha intentado hacer el buen toreo, sin esconder la pierna y dando los pases completos, pero la sosería de sus oponentes ha hecho que esa chispa no saltara durante su actuación. En el caso de Víctor Barrio el aburrimiento y la vulgaridad se repartían a partes iguales entre sus toros y él mismo, quien no sé si habrá merendado o no, pero lo que está claro es que no venía muy animado que se diga. |
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