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Corrida de máxima expectación, una de las más esperadas, primer cartel de no hay billetes y reventa por las nubes. Plaza llena de claveleros, acaparadores de acontecimientos e isidros orejeros, que acudieron a aplaudirlo todo y si era posible sacar a todos a hombros. Menos mal que hoy el 7 estuvo en su sitio y denunció los intentos de abuso de los taurinos, aguándoles un poco la fiesta.
Porque hoy casi todo fue a medias. Y me explicaré. Salió en general el medio-toro, ese especimen que están criando en la mayoría de ganaderías (muy alejado de lo que debe ser el toro íntegro y con poder), al que llaman noble y más parece un perrillo domesticado para que las figuras saquen su repertorio de posturitas, trucos y simulacros de toreo, aunque en el fondo hoy la mayoría se matan y se pegan por torear estas birrias, eso sí, bien educadas, que sólo acuden cuando las llamas. Medio-toros (que tienen medio-poder) y que en plaza de primera como es la de Las Ventas sólo toman un puyazo pues el otro es una simulación de la suerte (la media-suerte de varas). Y a veces ni siquiera toman uno, pues los dos son picotazos, cosa que ya es real en plazas de menos importancia o menos exigentes. El colmo hoy del despropósito de esto fue un puyazo perfecto de “Chocolate” al segundo de la tarde, arriba y en su sitio que rápidamente rectificó para colocarlo un palmo más trasero ¿Alguien podría explicarnos por qué? En Francia le hubiesen abucheado y posiblemente multado. Hoy, sólo algunos del 7 le protestaron y le despidieron con lo de “picadooor...qué malo eres”.
Con este material defectuoso pero bien educado los toreros estuvieron en su línea de lo que ya conocemos adecuadamente. Castella toreando hacia fuera, haciendo monótonas y largas las faenas y no dando “ni uno bien”, como así le echaron en cara muchos aficionados, sobre todo del 7. Pero como estuvo muy valiente y estoico tras ser cogido al principio de su actuación, la gente de aluvión de hoy le pidió la oreja de su primero. Y ya se sabe que en Madrid, si uno es cogido pero sigue en la brecha lo más probable es que sea premiado. Sólo el detalle de su valor, al permanecer sin querer pasar por la enfermería con la cornada hasta que mató al cuarto, es lo que todos valoramos y lo que se premió, pero desde luego la oreja no fue por torear, sino por medio-torear al medio-toro. Alguno del 7 dijo que sólo valía “media-oreja”. Con su segundo, muy descastado, estuvo perdiéndole pasos siempre y como los aplaudidores ya se habían olvidado de la cornada nadie le jaleó.
Quedó solo en ovación para quienes esperaban más del "summa artis". Manzanares hizo rugir la plaza a veces con su toreo moderno, pero aunque hay que reconocerle que es un modelo de ligazón, lo que liga son los medio-pases, con la pierna de salida siempre atrasada y por tanto sin cargar la suerte jamás, algo que sólo le admite el medio-toro. Estético estuvo con su primero pero esta vez al intentar matar recibiendo pinchó tendido, siguió empujando la espada y consiguió meterla algo más. La estocada en dos fases quedó deslucida y como el medio-toro tardó en morir el premio quedó en ovación. Su segundo medio-toro tenía algo de castita y en cuanto se percataba de la mala colocación del torero, al tercer pase por el mismo sitio se le revolvía intentando desarmarle. A este lo mató de volapié desprendido. Esta es la medio-figura que nos quieren vender los taurinos como la "summa artis". Con "escolares" querríamos que lo demostrase. Pero eso nunca sucederá.
Y con Talavante también rugieron los de aluvión, aunque cada vez le vemos más como una copia de José Tomás. Su forma de ponerse, su forma de citar, su forma de moverse por la plaza nos recuerda cada vez más al de Galapagar ¿Será que han tenido el mismo maestro y han mamado en las mismas fuentes? Pero Alejandro no tiene los juglares del otro para que le canten sus epopeyas a los cuatro vientos. Todo se queda en él a medias. Aunque sigue siendo el paradigma del medio-toreo moderno al medio-toro al que se enfrenta y cuando no remata con la espada se le ignora más que a su modelo, quedándose en vez de copia sólo en caricatura. El tercero era un remiendo del otro hierro de Victoriano del Río y por su aspecto anovillado fue protestado de salida (no era medio-toro, se quedaba en cuarto y mitad) y el sexto, un precioso burraco. Con ninguno llegó a redondear su media-labor y tampoco a espadas estuvo muy acertado, pinchando en su primero y haciendo guardia en el último. A Tomás se lo hubiesen perdonado. A Talavante no.
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