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Sonó el teléfono muy de mañana y escuché la voz del amigo, del torero. Tras los saludos de rigor me dio la exclusiva, aunque no me hiciera ninguna gracia la misma: Antolín me he retirado del toreo, quiero que seas tú el primero en saberlo. Domingo Navarro en el patio de cuadrillas de 'su casa', Valencia Perplejidad y asombro. Justo cuando en Las Ventas se preguntaban cuándo haría el paseíllo el llamado ‘Ángel de la Guarda’, que ya se le echaba de menos, me desayuno con la triste noticia. Digo triste y así lo va a ser para todos los aficionados. Se ha marchado, se ha retirado, uno de los más admirados subalternos de los últimos tiempos: Domingo Navarro.
¿Las razones? Son suyas, pero suficientes como para no tenerle que decir que desista, aunque llego a intentarlo. Al menos dile adiós a la profesión en Madrid, plaza que te ha venerado todos estos años, le digo. No es posible me responde, Bolívar mi último jefe de filas ya ha sido avisado de mi decisión. También Javier Castaño con quien iba a torear en su encerrona en Nimes. El pasado domingo, discretamente sin hacerlo público, -haciendo honor a su nombre y a su tierra- ha sido la última vez que me he vestido de luces, y ha sido en Valencia, mi tierra. Quizá con Esplá, quien le cede banderillas, hubiera sido el momento del adios Además de los maestros con los que iba a torear, también se lo he trasladado al mejor de todos, el maestro de siempre, Luis Francisco Esplá, con quien ya me quise retirar ante su marcha. Ese debería haber sido el final de mi carrera, con el maestro, para conservar tantos y tantos valores que con él se reflejaban. No fue así y lo hago ahora, dando las gracias a tantos aficionados que me han mostrado siempre su apoyo y cariño y en especial a ese equipo de OyT, con tanta sensibilidad para todos los detalles de la Fiesta, y que siempre me trató tan cariñosamente. A todos, gracias.
Al escribir yo ahora estas letras siento que otra de las cosas que valoramos en el toreo se nos va. Domingo Navarro representaba el buen hacer, la afición desmedida, la máxima atención a todos los avatares de la lidia, el quite oportuno, la ayuda al compañero, el respeto y devoción por su matador, el saber que en la plaza nunca hay que estar distraído o relajado… y un sinfín de valores que con él casi se acaban y que echaremos de menos los aficionados a partir de ahora. Era, sin duda, un tercero sí, pero un subalterno ejemplar. Un pedazo de torero. Te echaremos de menos torero, aunque es seguro que continuarás como amigo Tiempo habrá de dedicarle un homenaje como es debido en esta casa, pero vayan estas primeras letras para hacer llegar la mala noticia a los aficionados. Domingo Navarro, siempre te echaremos de menos en los ruedos y callejones de todas las plazas de toros. Que la vida te trate como tú te mereces. Un abrazo.
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