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Todos los años se recuerda en Madrid al Rey de los Toreros, que se convirtió en mito en Talavera el 16 de mayo de hace 92 años. Un minuto de silencio por Joselito “El Gallo”, pero que también podría ser por el toreo clásico, por el toro íntegro y por una Fiesta que da signos de estar más próxima a agonizar que a vivir sus mejores momentos. Y si a alguien le queda alguna duda de esto que afirmo, que se pase por la plaza de Madrid una tarde de estas, que oportunidades para aburrirse y contemplar un espectáculo bochornoso, no le van a faltar.
Arruga toreando a una mano Hoy eran los toros de El Montecillo los que se han arrastrado por la arena de la calle de Alcalá. Una suerte de varas simulada, un toreo simulado y al final una pantomima real. Resulta esperpéntico que en una tarde en la que había dos figuras de las que mandan en el toreo y el torero emergente que se quiere encaramar a la cima de la tauromaquia, lo único que le ha podido llenar el ojo a este que escribe es la forma en que Jesús Arruga se ha llevado el toro con el capote a una mano, con temple y torería; y por si esto fuera poco, se ha permitido adornarse girando sobre si mismo y cambiándose el capote de mano. No pudo lucirse como quiso en banderillas, pero viendo tal y como vive el toro, estaba claro que el momento le tenía que llegar. No olvidemos que es uno de los que más rotundamente han triunfado en las dos últimas ferias de San Isidro. Un torero de plata con unas facultades notables, pero que no las utiliza para hacer exhibiciones de su físico, sino para implicarse más en la lidia y para darle más ventajas al toro. No se limita a echarle carreras para ver quien gana, corre a su ritmo para embestirle y acabar conduciéndolo donde manda el maestro. Los mansos de El Ventorrillo se han encontrado con un Cid completamente perdido y enredado en la vulgaridad del modernismo imperante. El sevillano, el que en otro tiempo era uno de los predilectos de Madrid, ya se da por perdido por el aficionado y, lo que es peor, por no recuperable. César Jiménez sufre eso que se llama autismo taurino. Él se pone a pegar pases sin medida y se abstrae de todo lo que hay a su alrededor. Si el toro es un inválido al que no se puede torear con cierto decoro, a él eso no le importa, sigue a lo suyo y si alguien se desespera por la tardanza, allá él. Fandiño es uno de los valores más en alza ahora mismo, pero con la borrica no luce igual. En el sexto de la tarde se ha esforzado en pegar pases, pero con poco sosiego, poco temple y poca muñeca, lo que le obliga en cada muletazo a retirar la muleta de golpe. Eso sí, como la gente anda falta de cariño y de triunfos, le han pedido la oreja después de un soberbio bajonazo. Después de esto, ¿es o no es para guardar un minuto de silencio por el toreo de siempre? |
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