Hay en la plaza de toros de Las Ventas del Espíritu Santo personas que ya forman parte de la arquitectura del edificio. Es el Santo Aficionado; estaba ya en la presentación del proyecto, en la maqueta que se anunciaba como ganadora. Estos aficionados que ya son uno con la plaza deberían ser santificados. Cumplen la regla de los milagros con creces: son capaces de convertir la rutina que supone estar día tras día en la plaza en pasión, la fuerza de voluntad en ilusión y la tristeza en esperanza. Son el Santo Aficionado, especie única y en extinción. El 'Santo Aficionado' puebla Las Ventas y debe interesar pues les ponen cámaras Eso de El Montecillo espació la actualidad imperante del toro de lidia, la nada. Mientras en el ruedo se oficia el funeral de la tauromaquia fuera se celebra el rito. La mansada de hoy deja a las claras que más de una reata debería pasar por el paredón.
El Cid sigue tan desconectado del toro como de costumbre. De lejos, sin pasión y en toriles. Espacios rajados a partes iguales. César Jiménez ha aburrido; tanto o más que sus toros. Desocupando terrenos y deconstruyendo en dos: en malo y en peor. Y Fandiño, a pesar de echarle voluntad y coraje, deja entrever que quizás no haya nada más y que la voluntad de hacer el toreo y el coraje de cruzar la línea imaginaria que separa el toreo del resto sea su todo y debamos conformarnos con ello. Oreja a un bajonazo. Espacio errado. |