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• Su viuda, Karina, y su hijo pequeño, Marco Antonio, presidieron el homenaje dirigido por Manolo Molés, director de Canal + Toros y amigo del maestro • Curro Vázquez y Agustín Díaz Yanes recordaron al diestro, al que describieron como “la personal más inteligente que hemos conocido, dentro y fuera del ruedo” y ensalzaron “su tauromaquia eterna”
Los ponentes posan con la esposa e hijo de Antoñete El Espacio Arte y Cultura registró a medio día un lleno hasta la bandera. Aficionados, seguidores y admiradores, también amigos, del gran maestro Antonio Chenel “Antoñete” quisieron acercarse para rendirle tributo el día de San Isidro. Con un cartel de lujo, compuesto por su compañero Manolo Molés, director de Canal + Toros, el torero Curro Vázquez y el director de cine Agustín Díaz Yanes, Antoñete volvió a colgar el “No hay billetes”. “Porque Antonio sigue llenando la plaza”, ensalzó el periodista taurino ante la atenta mirada del hijo pequeño del recordado matador, Marco Antonio, que este lunes cumple 13 años. Su viuda, Karina, presidió un acto con el corazón en un puño, ya que era la primera vez desde la muerte de su marido que se acercaba hasta Las Ventas, donde la afición le despedía en su última vuelta al ruedo el pasado otoño. Los tres ponentes quisieron recordar la figura del torero desde un amplio anecdotario salpicado de imágenes tan elocuentes como las de Antoñete con su auténtico confidente, “Romerito”, un toro que le regaló El Capea y que se convirtió, a pesar de su bravura, en su íntimo amigo. Con él apuraba sus cigarros a la sombra de una encina en su finca de la sierra madrileña. Una estampa con la que el público se quedó boquiabierto y sus amigos y familiares no pudieron contener la emoción. “Yo dejé de ser hijo único cuando conocí a Antonio”, confesó Manolo antes de elogiar con auténtica admiración “su tauromaquia eterna, igual que su lenguaje. Con él aprendimos a ver toros”, dijo antes de que Díaz Yanes matizara que “era un genio como torero, pero también como persona. Fue, gracias a Dios, torero, pero si se hubiera dedicado a otra cosa lo hubiera bordado igual, porque es la persona más inteligente que he conocido. Hablar con él era una maravilla, aprendías de toros, pero también de la vida”. Curro Vázquez, “su hijo torero”, resaltó que la base de su toreo “era el sitio donde se colocaba y el temple, además de cómo veía el toro de salida. Sino no hubiera sido posible que toreara hasta esa edad”. Unas imágenes de la faena del maestro a los 69 años en Jaén hizo que en la sala se escucharon oles. Su afición volvió a aplaudirle como si fuera hoy aquella tarde del 66 en la que abrió la Puerta Grande “tras realizar una gran faena al toro ensabanado de Osborne”. |
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