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Hoy se ha corrido en Madrid un encierro de Luis Terrón, bajos de casta y presencia, los tres primeros anovillados, de más cuajo los tres restantes y el sobrero de Pallarés lidiado en segundo lugar. Andy Cartagena abrió plaza con Domadorito, un toro anovillado, escurrido y degollado –una sardina-, que saltó suelto y muy distraído, además de mostrar síntomas de flojedad. Se mostró cansino persiguiendo a las cabalgaduras y buscó tablas tras el primer y único rejón de castigo. Tras algunos intentos de rajarse colaboró con nobleza, fue sencillo y soso a la vez. Andy ve la muerte del primero de la tarde Tontosito fue devuelto –algo insólito para mí, al menos no recuerdo haber visto devolver un toro en una corrida de rejones- al descoordinarse tras una farpa. En su lugar saltó Sansón, de Pallarés, cinqueño, más serio que los anteriores al que le habían metido mano en el mueco de lo lindo. Embistió con temple a la montura de Galán de salida, para adquirir el mismo vicio que ha mostrado toda la corrida después del primer rejón: buscar tablas; algunos antes. Su comportamiento descastado fue a menos y terminó reservón y tardo en los finales.
En estas corridas, es curioso apreciar la falta de exigencia hacia la presentación de los toros o a las faenas de los rejoneadores por una parte, y los pitos que le dedican a los banderilleros por otra... Es curioso. El tercero, Ventador, lidiado por Leonardo Hernández fue otro de los toros terciados; era largo y descarnado. Éste se distrajo antes que sus hermanos, desde la salida buscó tablas y terrenos de nadie. La faena fue meritoria por el defecto apuntado, Ventador se puso complicado, fue perdiendo fuelle, en las cortas estaba quedado y terminó parado a la hora de la muerte. El cuarto era más serio y “bien puesto de pitones” –en las corridas de rejones siempre que reseñemos algo sobre el fenotipo de las reses, más concretamente sobre la conformación de sus pitones, téngase en cuenta despitonado-. Respondía a Ultralunito y era negro de pelo, toda la corrida lo fue, nada extraño en murube. Huidizo fue su comportamiento de salida, muy suelto. Y se marchó a tablas al sentir el rejón de castigo. En banderillas el toro soseaba, y fue Cartagena y un precioso caballo –del que les hablará con rigor José Olid en su crónica- los que despertaron al tendido, tedioso hasta este momento. Se emplazó y se defendió haciéndonos disfrutar de la emoción del riesgo. El quinto era delantero de púas y muy justo de trapío, degollado –curiosamente ha habido varios-. Aunque buscó y husmeó tablas su comportamiento fue a más, pasando del tranco cansino de inicio, a una embestida encelada al final. Como virtud, aunque tiró alguna cornada a la montura de Galán, hay que estacar el temple en la acometida. Andy ve la muerte del primero de la tarde Agilillo cerró la tarde, un toro cuajado, largo, de mucha romana –según tablilla 582 kilazos. Vaya usted a saber- al que entendió Leonardo Hernández. Se desentendió de la cabalgadura, o cabalgaduras, ya que mantuvo la querencia a tablas de principio a fin. Fue deslucido y desapacible, pero interesante por el peligro que entrañaban sus arrancadas reservonas. Dificultoso en banderillas y quedado desde las cortas.
No sé si pensar, que el intercalar corridas de rejones en San Isidro, es con la intención de que los pernos y cerrojos de la Puerta Grande no se queden gripados. Puede ser... Qué público más bueno, es para exportarlo... ¿A dónde? Foto: Las-ventas.com |
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