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Que me perdonen los aficionados de la plaza de Madrid, pero uno no se ha podido resistir a la tentación. Según iba yo camino de las Ventas, en el camino hacia el metro se me ha aparecido un genio que estaba atrapado en una lámpara maravillosa y me ha hecho una oferta que no he podido rechazar. Y que conste que no me he dejado amedrentar porque el tío fuera un gigantón azul con largos bigotes y unos brazos que no cabían por el túnel de Guadarrama. Ha llegado y me ha atronado con esta propuesta: “Te cambio la casta por un viaje para ti y toda tu familia a Eurodisney, con todos los gastos pagados, avión, hotel, comidas, bebidas, tele en la habitación, jacuzzi, barra libre en todas las atracciones y cenar una noche con Monsieur Holland. Ahora díganme quien se resiste a eso.
Entiendo que el espectáculo de los mulos de Las Ventas no es nada instructivo, pero qué quieres. Hoy eran los de Montalvo, unos estupendos mulos escasitos de fuerzas, que intentaban pasar por toros, pero el empeño ha sido en vano. Nadie se lo ha creído y anda que no han puesto ganas los tres toreros en no descubrir la trampa. Uceda Leal podía haberse desorientado con el sobrero de Yerbabuena, pero una vez comprobó que era de la misma o peor condición que los titulares, se explayó a gusto con ese toreo tan en boga del pico, las lejanías, los medios pases y la patita escondida. Pero afortunadamente, todavía hay toreros que a pesar de no estar bien intentan conservar la honra de matador de toros y qué mejor forma que entregarse en la suerte suprema. Del madrileño se ha dicho muchas veces que tenía un cañón, incluso que se le empezaba a mojar la pólvora, pero la forma de despachar a su primero no tenía nada que ver con los fuegos de artificio. Uceda se ha perfilado muy derechito, muy entre los pitones del toro. Le ha echado la muleta a las manos para que bajara el hocico a ras de arena y en ese momento ha aprovechado para enterrar el acero hasta los gavilanes, recreándose en la suerte y dejándose ver, desviándose lo justo para que pasara el animal en busca del trapo rojo. No me dirán que no es buena forma de mantener la dignidad un torero. La misma con la que ha salido a recoger los aplausos bien ganados con el estoque, no con cañonazos, ni salvas, ni misiles tierra- aire. La estocada de la tarde de Uceda Leal David Mora ha estado voluntarioso, aunque no sabemos el objeto de su voluntad. Por momentos parecía querer ser como el ilusionista que enseña un pañuelo, ahora lo ves, ahora no lo ves, y después de una pirueta aparece detrás de la oreja del toro. Luego daba la sensación de querer aliviar del calor de la tarde al de Montalvo. Venga a abanicarlo con capote y muleta, aunque un tanto alejado, sin llevar toreado jamás a sus oponentes. Medios pases, conatos de pases, posturas y pases como si no hubiera toro, lo cual no era del todo incierto, y saludos reclamando la recompensa de las palmas. Parece que Mora ya ha decidido el camino a tomar, el del toreo moderno, superficial, sin mando, emoción, ni arte, porque poner poses de cabaret no es arte.
El confirmante Esaú Fernández llegó con la ilusión del que va actuar por primera vez como matador de toros en la Plaza de Madrid. Lo malo es que esta fecha le ha pillado cuando su asesor artistico estaba de viaje de prospección a Eurodisney. Que fatalidad. El sevillano ha desplegado todo el repertorio que la vulgaridad desaconseja en una plaza como la de la calle de Alcalá. Portagayola en los dos, falta de colocación, arrimones, faenas eternas para nada, más todos los vicios propios de la modernidad. Espero que sabrán perdonar mi frivolidad, pero es que a todos nos hacía mucha ilusión pasar unos días en Eurodisney y era una oportunidad que no podía desaprovechar. Y total, el genio ese tampoco se ha llevado tanto premio, porque casta, lo que se dice, no queda ni en el Club del Gourmet de un hipermercado.
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