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Los toros de “El Cortijillo”, y el corrido en cuarto lugar de “Lozano Hermanos” –todos del mismo encaste y propiedad-, han dado al traste con la tarde. Nos las prometíamos felices con un encierro en tipo, de buenas hechuras y presencia y buena romana; pero, nuestras esperanzas se desvanecían a medida que iban saltando toros y la falta de casta generalizada hacía acto de presencia. Sólo fachada. Quizá solo lucían fachada los toros de El Cortijillo, como este colorao Chaqueta abrió plaza y con él confirmó Antonio Nazaré. Un toro negro con bragas, girón, lucero y calcetero; serio y armónico. Saltó frío, enterándose, y se frenó en la capa. La pelea en varas fue buena, incluso brava, aunque salió de naja en ambos puyazos, embistió fijo. Manseó en el segundo tercio y llegó a la muleta con pies. Fue a menos en un comportamiento de manso encastado que gustó al aficionado aunque duró poco.
El segundo fue lidiado por Abellán, respondía a Fiscal, el más justo de presencia del encierro, basto, meano y axiblanco en negro. Tomó la primera vara en la puerta de arrastre como la mayoría de sus hermanos, desordenado y haciendo sonar el estribo en la primera y saliendo suelto de la segunda tras puntear el peto. Muy desclasado fue su comportamiento en la muleta, siempre se desplazó sin entrega ni humillación. A modo de aperitivo le regaló algunas embestidas por el zurdo a su matador. Zagal que fue el tercero, levantó expectativas. Colorao, bragao y bien armado, algo zurdo por tener el pitón derecho menos desarrollado... Pero ligeramente. Largo y en tipo. Tras dos arrancadas buscó toriles y se frenó en el capote de Leandro. Tomó una vara en la puerta y asqueó de la segunda en la suerte. Aquí empezaron los buenos augurios, en banderillas, Zagal empezó a galopar y dejó lucirse a los rehileteros. Fue noble de poco fondo por el diestro y listo por el zurdo. Antequerano fue el cuarto, castaño listón, de cuerna acucharada y preciosa lámina. Huidizo fue su comportamiento de principio a fin. Terminó en toriles cantando la gallina y sin entregarse, más fijo en el tendido que en Miguel Abellán, al que achuchó en los últimos compases de la lidia y estuvo a punto de herirle. Como sus hermanos mostró poca casta, o ninguna, poca pelea en varas y no se entregó ni en su querencia. Leandro pasaportó al quinto, del que dicen las escrituras que no lo hay malo... Bueno. Respondía a Fatigado y lo pareció; buscó la querencia genética –los toriles- y por allí tomó algún puyazo de poco fuste y luego se apencó en tablas en banderillas. Pronto le mostró su descontento a Leandro en la muleta; embistió con la cara alta y espesó, aún más, una tarde que se hacia a estas horas insoportable. Quede dicho el más basto de la corrida. Gaitero fue el sexto –hoy ni los músicos embestían; me refiero a la reata-, estrecho de sienes y descompensado de tipo entre cara y volumen; basto de cabos, de enormes pezuñas. Saludó en la esclavina a Nazaré y se largó a la querencia de salida. Fue abanto como tantos de sus hermanos de salida, además coceó al jaco y salió escupido; no quiso superar nota. Esperó en banderillas y huyó para adelante en la muleta en arreones de manso. Le duró poco el genio y se paró. Fue muy deslucido su comportamiento y chafó las ilusiones del torero sevillano. Pocas excelencias podemos contar de la tarde. Solo nos queda hacer una pregunta a quién dice que los toros en Madrid no embisten por estar fuera de tipo... ¿Es cierto esto? |
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