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Con tres cuartos de plaza se han lidiado toros de Marqués de Domecq, desiguales de presentación. 1º, 2º y 4º chicos, 3º bien armado, 5º y 6º bien presentados. Todos mansurrones. Con más peligro el 6º. Uceda Leal, silencio y ovación Sebastián Castella, oreja y vuelta Sergio Martínez, oreja y oreja. La de hoy ha sido una corrida de toros para aficionados. Nada de toreo caro, pocos momentos de lucimiento artístico y ganado justo de presentación, sobre todo el terceto primero. Toros del Marqués de Domecq y de Casa Domecq de fondo de poca calidad pero que permitieron faenas sólo aptas para quien sabe que en la Fiesta de los Toros no todo es la trincherilla de Romero o la verónica de Paula. Lidiar es importante. Y es que gustó sobremanera Sebastián Castella, a pesar de no salir a hombros, lo que sí hizo Sergio Martínez. Ahora bien, teniendo en cuenta las lánguidas peticiones de las segundas orejas de los dos matadores, pues ambos toreros cortaron una oreja en su primer oponente, la justicia hubiera sido tal en el caso en que los dos hubieran corrido la misma suerte. Los dos a hombros o ninguno. Mal, señor presidente. Las dos peticiones eran bien parejas y en una sacó el pañuelo y en otra no. Pero es que esto de las orejas es lo de menos. A uno le da igual lo del apéndice auricular, hurtado o no, regalado o no, pero lo que no se pasa por alto es cómo se faja Castella con los toros, bien por la panza, o cómo mata a sus enemigos el madrileño Uceda Leal. Fiel y leal a su fama de gran estoqueador, mató de dos estoconazos a sus enemigos. Qué fácil que lo hace este matador de toros, matador de verdad. También hubo sustazo, luego venido a sustito, con el banderillero Manuel Martínez “Chispa”, al que el sexto de la tarde le dio la del pulpo, empotrado en el burladero de cuadrillas, todo por no querer pasar en falso del par que tenía que colocar. El atrevimiento le costó un buen susto. Pero es que fue temerario el de Albacete. No había lugar para salir después de colocar el par. Algunos salen riéndose después de no colocar las banderillas y otros arriesgan pasando el límite. Habrá un término medio. Agradó, convenció y arriesgó en su primer toro Sebastián Castella. ¡Mejor que Napoleón!, le gritó uno desde el tendido. Creo que Napoleón no se pasaba los toros tan cerca. Y eso que Napoleón tenía más barriga que el joven Castella, francesito delgado. Le tocó en suerte un berreón y manso del hierro titular que salió al paso del encuentro con el caballo. Mal percal. Tras brindar el público -¿qué le vería?-, enfrió la sangre a más de uno con dos pases por detrás al inicio de la faena pasándose las palas cerca del fajín. No fue una faena de cuajo, porque el animal acudió a la llamada de su matador casi siempre a trompicones por su debilidad palmaria. Animal difícil este chico ejemplar al que se le debió dar el toque justo en el momento debido. Precisión en las maneras y seguridad en la ejecución fueron las claves de una faena seria aunque marcada por momentos de altura un tanto aislados. No fue una faena limpia pero la excepcional actitud mantenida por Castella frente al deslucido y mansón del Marqués fue lo que prevaleció. Mató de buena estocada, algo desprendida, y cortó una merecida oreja. Y salió el quinto, el de más cuajo, el serio de verdad y no la raspilla con cara. Manso también de salida, protagonizó un par de coladas en el capote tras las que se dolió en banderillas, redondeando un comportamiento complicado. Algo flojete, bravucón en la muleta, con la nobleza olvidada sobre la mesilla de noche, permitió el lucimiento del matador –que no es poco- en las tres primeras tandas, pareciendo aquello más bien un espejismo porque la embestida vibrante del animal duró poco. Pasados los momentos virtuosos, con varios pases por el pitón derecho de relieve artístico, se sucedieron los desajustes y las intermitencias. Tras estocada atravesada con utilización del descabello, con aviso de regalo, dio una vuelta al ruedo tras petición minoritaria, aunque amplia, de oreja. Pitadita al presidente. El éxito de Uceda, torero en sazón, también serio, consistió en el uso de los aceros. Volvió a ser su fuerte después de muletear a reses mansurronas. Un mal lote que despachó con soltura, pues para el recuerdo quedan los dos espadazos. Lo mejor. Frente a su primero, un animal recortado de hechuras y justo de trapío, rabicorto, manso, tardo y sin clase, obtuvo silencio pues aquello no tuvo mucho que encomiar. No obstante, siempre se mostró serio y pudiendo. Y queriendo -¿sabéis “Vegas”, “Capeas” y “Pereras”?-, como debe ser. En torero. Toreando. Con su segundo, chico, soso, noblón y tardo, también debilote, consiguió no aburrir más de la cuenta con su porfía en dirección hacia su justificación. Por más que escarbó Uceda en las entretelas del toro -aun así escarbó menos de lo que lo hizo el torete durante su lidia- se fue de vacío de una tarde seria en Albacete. No hubo toro. Y Sergio Martínez consiguió el que imaginamos su objetivo: salir a hombros. Al margen de los agravios comparativos, Sergio cortó una merecida oreja en su primer toro gracias a una labor basada en solventar las dificultades del animal, o por lo menos superarlas. Y es que la complejidad del asunto estribó en la condición del animal, complicado. Era enérgico en la embestida pero a la vez escaso de fortalezas. Entonces, si se toreaba a media altura, se defendía con mansedumbre, y si se bajaba la mano, iba al suelo. Por eso los pases de pecho, donde al animal no se le exige tanto, fueron de cine. A esos hay que sumarle un circular con el que la faena tomó encanto. Con series cortas, porque además el animal se tragaba un muletazo de cuatro, consiguió sacar poco, pero es que no tenía más el pobrecito de Domecq. Frente a su segundo, bien presentado de verdad y al que se le dio tralla en el caballo, lo pasó mal sin encontrarse a gusto, porque el animal era manso y flojo. Un regalito de la ganadería. Además, después del susto a su banderillero, que estaba en la enfermería, el ambiente no olía bien. Pudo haber más hule. El animal no rompió, no a bueno, porque no lo era, y el albaceteño no vio nada claro. Como para verlo. Oreja con petición muy justita fue el premio para su labor. Puerta grande. El banderillero Manuel Martínez, de la cuadrilla de Sergio Martínez, fue atendido en la enfermería por el Doctor González Masegosa de un traumatismo craneoencefálico con pérdida de conciencia con impacto torácico superior y posterior. Posibilidad de fractura del 5º dedo de la mano derecha pendiente de estudio radiológico. Pronóstico reservado. |
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