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04/12/2004
  (Quito-Ecuador) Se vió toros en Quito
 
Firma: Maria de Toral
 
     
 

La cuarta corrida de feria ha sido sin lugar a dudas la mejor, hasta el momento. ¡Al fin pudimos ver toros en la plaza de Quito!.

Con ganado de Huagrahuasi, alternaron; Julián López, “El Juli”, el ecuatoriano Mariano Cruz Ordóñez y Sebastián Castella que, por cierto dejó muy buen sabor de boca en el público quiteño que por primer día salió ayer de la plaza, habiendo gozado de una corrida completa, en la que se conjuraron toros, toreros y hasta el clima para que fuera imborrable.

Como ya se ha hecho costumbre en esta temporada, Castella al ser nuevo en Quito, confirmó alternativa, lo que significó que toreó el primer toro de la tarde y el sexto.

En el primero un negro de preciosa presentación, que se empleó en varas, humilló bien, fue encastado y repetidor, cuyo único defecto fue el ser flojo de remos, lo que causó en un principio, protestas del público, pero Castella lo toreó, mimándolo a media altura.  Con el capote le vimos mucha clase en sus verónicas y en las hasta tres ajustadas chicuelinas, no mucho más por la debilidad del toro.

Inició su faena de muleta, en el centro del ruedo; con tres ajustados pases cambiados por la espalda que pusieron al público en vilo, se ordenó música casi al comenzar la primera tanda por derecha, toreando con hondura, con temple, a pesar de tener que mimar al toro.

Prácticamente no lo intentó por naturales pero le dio al menos dos tandas más con la mano derecha que fueron templadas, terminó con un pase en redondo de mérito y mando porque, a esas alturas el animal estaba ya aplomado.

Tras un pinchazo sin soltar y con dos tercios de estocada pasaportó a su primero recibiendo una oreja.

El sexto de la tarde fue sin paliativos el inferior de los toros, era idico, flojo de remos, en varas apenas si se puede decir que cumplió, no permitió el lucimiento con el capote y en la muleta estaba siempre distraído.

A fuerza de ponerle la muleta muy en la cara logró Castella un par de tandas por la mano derecha, ligada y profunda, sonó la música y repitió una tercera tanda ligada, seria.

Por naturales se extendió bien, lo llevó templado y cadencioso, luego una vez más un pase en redondo muy suave, lento y profundo.  Tres pases de rodillas y un estocadón hasta los gavilanes que tiró al toro sin puntilla y la autoridad le concede una oreja. El público se mete de mala manera con la autoridad ante la negativa de la segunda y termina por ceder.

El Juli, llegó como llega siempre a la plaza Quito, en olor de multitudes; es un ídolo.

El primero de su lote fue un toro desconcertante, a momentos mostraba bravura y en otros, tenía cosicas de manso; pero se prestó a la lidia, fue noble y repetidor, fijo.

Lo mejor del capote fueron las chicuelinas al paso con las que llevó el toro al caballo, en varas sonó el estribo más de una vez.

Julián brindó al público quiteño y comenzó con cinco muletazos con ambas rodillas en tierra.  A esas alturas el público deliraba ya con la faena.  Siempre con la muleta en la mano derecha da hasta tres tandas ajustadas, con la mano muy baja, templadas. 

Por naturales, la embestida era menos clara y tras un molinete vuelve la muleta a la mano derecha y cerró su faena con cuatro liadísimos muletazos y un pase en redondo. 

Tras un pinchazo sin soltar y una estocada ligeramente trasera y caída, que de cualquier manera tira al toro sin puntilla, el público, mayoritariamente pide la oreja y esa es la que concede la autoridad, la del respetable.

El segundo del lote de El Juli, no tuvo la calidad del primero, poco o nada se pudo ver del vistoso capote de El Juli, el animal apenas si cumplió en varas saliendo suelto de la suerte, acunándose en tablas donde lo toreó Julián en una faena más bien dispareja en la que dio unos muletazos de gran mérito y otros con el pico de la muleta, no hubo un gran acoplamiento y eso, se afectó la pureza de la faena.

Le propinó eso sí un estocadón que desgraciadamente no fue suficiente y necesitó usar el descabello, lo hizo con gran eficiencia y una vez más las gradas se vistieron de blanco.  Premiado con una oreja.

Mariano Cruz Ordóñez merece un análisis pormenorizado de su labor, el ecuatoriano se presentó en la plaza Quito con apenas cuatro corridas en su haber en el presente año, con un cartel que comprometía mucho; siempre lo hace la presencia de El Juli en esta plaza.

Salió ya apretado con las faenas de sus alternantes y salió decidido a darlo todo.  Cruz Ordóñez siempre ha sido un torero valiente, antes tenía poco aplomo, no mantenía los pies firmes y ayer, demostró haber aprendido a pararse, a mantener los pies firmes, buen logro.

El primero de su lote no le permitió hacer mucho con el capote, alguna verónica de buena factura y poco más, en varas el animal se enceló, eso sí, sin presentar mayor pelea. 

Se refugió en tablas y allí lo toreó Cruz Ordóñez, con dos tandas de derechazos que marearon un poco al público, no se fajó el toro, lo toreo prácticamente siempre con el pico de la muleta.

Por naturales no tuvo un solo pase y tras un pinchazo y una buena entera terminó su primera faena.

El segundo que le tocó en suerte a Mariano Cruz Ordóñez fue más colaborador permitiendo un triunfo sonado para el ecuatoriano.

Lo recibió con muy lindas verónicas a pies juntos y cadenciosas, lo llevó al caballo con mucha suavidad, con clase.  En varas el animal recibe una puya justa. Remató su faena de capote con tres lances con el capote echado a la espalda y una preciosa revolera.

Inició la faena de muleta con ambas rodillas en tierra, dándole tres muletazos buenos, ya en pie logra dos muletazos no muy fajados, casi con el pico de la muleta pero de buena ejecución. El público a estas alturas estaba ya delirante con la faena.

Por naturales, con el toro ya aquerenciado, logra una primera tanda sin mayor mérito y una segunda mucho mejor, siguió toreando a placer, se quitó las zapatillas y continuó un par de tandas más hasta que entró a matar con acierto, la autoridad le concede una oreja y nuevamente, tiene que soportar la furia del público que pedía la segunda que, bajo presión terminó por dar.

La corrida fue interesante, el ganado fue noble, encastado; se vió toros y ante todo se sintió la presencia del toro bravo en la plaza y el público lo notó, lo sintió, cuando se conjugan toro y torero es cuando la gente vibra, se mete en la corrida.

Lamentable eso sí la forma de reclamar del público quiteño, pitos y gritos, son normales pero llegar al insulto es otra cosa, solo eso se puede apuntar como negativo en una tarde interesante, vibrante.

Los matadores y el ganadero dejaron la plaza en hombros y por la puerta grande.

 
     
   
     
   
     

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