Ante un lleno, se lidió un astado deslucido para rejones de La Muralla.Y un encierro que tuvo complicaciones de don Luis Felipe Ordaz. El rejoneador Eduardo Cuevas: Palmas. Eloy Cavazos: Ovación y oreja. Jorge Gutiérrez: Palmas y saludos. Alejandro Amaya: Palmas y oreja No hay mejor manera de responder a la arbitrariedad, a la insolencia que con el derecho y la razón. Justamente eso hizo Eloy Cavazos al mar de insultos que declaró el inquilino del gran coso. Eloy respondió con dos faenas apegadas a su estilo, pero con una apasionada entrega que inundó el espíritu del gran público que llenó la hermosa la plaza. Sí… Eloy respondió con serena inteligencia… llenando la plaza y toreando como su muy personal estilo le dicta. Enfrentó dos astados sin bien cómodos, tan complicados como todo el encierro de don Luis Felipe Ordaz, cosa extraña en esta ganadería que siempre sale encastada con clase. Pero esto volvió a enseñar la capacidad lidiadora del diestro regiomontano, que si bien perdió la primera oreja por el acero, obtuvo la del cuarto por exigencia unánime. Jorge Gutiérrez, con su ya reconocida honradez, extrajo pases meritorios en ambos ejemplares, destacando un par de pasajes con la mano diestra plenos de templanza. Alejandro Amaya evoluciona en su expresión artística cada festejo. En cada faena dejó trazos bellos y sentidos, si lamentablemente aislados por las condiciones de sus bureles. Perdió una oreja en su primero por fallas con el acero; y sí paseó la del que cerró plaza tras un gran espadazo. Como prólogo del festejo, el rejoneador Eduardo Cuevas quien estuvo aseado. Saludó en el tercio tras dos soberbios pares en el quinto a la usanza española Beto Preciado. Se hizo un recuerdo póstumo al inicio del festejo, por el ganadero José Ramón Villasante. |